Capítulo 1 La dulzura de la mujer de hielo
Parte 1
La recuperación de mi brazo ha sido un proceso lento,
aunque no tanto como me lo esperaba, pues a las pocas semanas ya era capaz de
moverlo suavemente sin sentir ese horrible e intenso dolor. Para cuando se
cumplió el mes, me comenzó a volver la energía y retome muchas de mis
actividades comunes, así como la práctica de tiro con la ballesta ("Aunque recibía ayuda con la
recarga").
Mi relación en la casa no ha cambiado para nada, salvo
algunos pequeños detalles, como la actitud un poco pegajosa de Mirina, que me
ha comenzado a seguir más de lo que siento que puedo soportar, y las inusuales
miradas de Ilen cuando me encuentro leyendo o concentrado en uno de mis
trabajos. Esta última es la que más ha cambiado, si bien desde hace un tiempo
ha comenzado a mostrar una actitud extraña hacia mí, después de que termine
herido he notado que se comporta mucho más amable conmigo, incluso poco a poco
han vuelto nuestras conversaciones, aunque aún persiste ese extraño gesto de
apartar la mirada cuando nuestros ojos se encuentran. Un día decidí hacer un
experimento mientras estábamos charlando en el living y comencé a observarla
fijamente sin apartar la mirada, lo que sucedió fue bastante peculiar, primero
siguió mis ojos sorprendida, luego de unos segundos comenzó a mostrar signos de
nerviosismo y apartar reiteradamente la mirada, por último se levantó de su
silla un tanto ofuscada y se retiró sin decir una sola palabra, dejándome
bastante intrigado y con más preguntas que respuestas.
"¿Seré yo?”
Con respecto al reclutamiento de personal para el
trasporte, el trabajo ha recaído completamente en Celine, la cual se ha
ausentado durante varios días, para recorrer más de una ciudad en busca de la
gente apropiada para el trabajo. Por mi parte, me he preocupado de una tarea
igual de importante, donde alojarlos a todos, pues nuestra casa no está por
ningún motivo preparada para alojar 20 personas más.
Pensando en una solución para el tema del alojamiento, me
percate que hay bastantes tierras desocupadas en los alrededores de donde se
encuentra nuestra casa, pues si bien existen algunas construcciones menores, no
he visto usualmente a casi ninguna persona en las inmediaciones, ni viviendo ni
trabajando (" Aunque mientras más nos acercamos al pueblo el panorama
cambia"). Por lo que investigué un poco en la administración del pueblo,
para encontrarme con la sorpresa de que los terrenos colindantes al mío están, además
de desocupados, disponibles a la venta. De más queda decir que no la pensé ni
por un segundo, ya que inmediatamente hice el papeleo, desembolsé cerca de 100
monedas de oro y me hice con dos terrenos de igual tamaño del que tenemos
actualmente.
"Excelente compra debo decir".
Acto seguido de la compra, invertí otra fuerte suma de
dinero y comencé la construcción de una enorme barraca, capaz de alojar
fácilmente a cerca de 40 personas. No escatimé en gastos respecto a las
comodidades básicas que necesita una persona e incluso dedique mi precioso
tiempo a la construcción de varios baños, utilizando mi innovadora tecnología
de retretes ("Patente pendiente").
Para cuando Celine logró reunir a la totalidad de las 20
personas que necesitamos, yo ya los esperaba con un flamante edificio recién
construido ("De más está decir que la gente de este mundo es rápida para
construir, más aún si se junta bastante y se les paga bien"). Todos
quedaron bastante sorprendidos por las comodidades del alojamiento,
especialmente por los baños, siendo las mujeres las más alegres al respecto.
De las 20 personas contratadas, 8 resultaron ser mujeres
("Aún no termino de convencerme con la idea de mujeres guerreras"),
por lo que separamos tanto la barraca como los baños en 2 secciones separadas.
El recibimiento del nuevo personal fue bastante
agradable, pues a pesar de que todos son veteranos combatientes, resultaron ser
personas bastante amables y centradas ("No me sorprende del trabajo de
selección de Celine"), algunas incluso irradian un aura de alegría difícil
de entender, especialmente un par de hermanas que se la pasan cotilleando cada
vez que pueden.
Celine impuso su autoridad inmediatamente, con una voz
sería y firme, estableció las características del trabajo, el sueldo y el rol
de cada uno. Como guardias a tiempo completo, y luego de deliberar durante
bastante tiempo, establecimos una configuración fija para el grupo completo,
siendo los hombres los encargados del combate cuerpo a cuerpo, de ser
necesario, y las mujeres las encargadas del manejo de la carreta, así como
operar las nuevas ballestas que me dispuse a fabricar. Sin dejar de lado el
cuidado de nuestra casa, el grupo debe encargarse del trasporte y protección de
nuestra carga de dulces de camino a Girelia.
Quitándome de una vez la preocupación de la distribución
de los dulces, pude finalmente concentrarme en varios temas pendientes, siendo
el mayor de ellos mi necesidad imperiosa de expansión a otras ciudades,
particularmente las siguientes 4 más cercanas del reino, Dumia, Ursth, Kinth y
Agüer. Sin perder mucho tiempo, envié un par de delegados, con el trabajo
específico de contactar a los principales mercaderes de las ciudades objetivo,
con la finalidad de llevar a cabo una reunión comercial, en donde planeo
seleccionar a quienes venderán nuestro producto ("Obviamente, si llegasen
a venir").
Mi idea es introducir mi nuevo producto "la
mermelada", pues, después de una larga meditación personal, me di cuenta
que la producción a mayor escala de los dulces de leche, implicaría el uso de
una cantidad demasiado grande de leche, que sin duda repercutiría en la oferta
y el precio local. Dejando claro que no es mi intención el afectar el mercado
de uno de los productos de primera necesidad en esta región, decidí optar por
explotar el producto más común de esta, que incluso yo mismo soy productor, o
sea la fruta.
Los experimentos iniciales, que hice hace algún tiempo,
arrojaron que la proporción de fruta y azúcar para una buena mermelada, están
en el rango de 2 es a 1, o sea, con dos kilogramos de fruta (pulpa pura) y un kilogramo de azúcar produzco 3
kilogramos de mermelada. No hay que ser un genio matemático para darse cuenta
que el aprovechamiento del azúcar es muchísimo mayor con este producto, por lo
que las expectativas irán de la mano del precio que puedo ponerle y al impacto
que tenga en los consumidores.
De pronto, me di cuenta que mi vida estaba girando casi
completamente alrededor del azúcar y los dulces, así que comencé a pensar un
nombre apropiado para esta casi consolidada empresa. De esta manera, no me
demoré mucho en pensar en varios nombres apropiados a la idea de la dulzura que
deseo imprimirle al nombre, pero al final, me decidí por uno en particular,
"Dulces Dulces Sueños".
Aunque existe la gran ironía, de que si abusas de lo
dulce durante la noche, lo que te espera
es sólo pesadillas.
“Una gran ironía".
***
Si pienso en lo más agradable que ha sucedido en este
último tiempo, ha sido la culminación de mi preciado proyecto personal, la
fabricación de un ajedrez, cosa que no pude hacer, sino hasta que mi brazo
izquierdo pudo moverse apropiadamente para dejarme tallar. El tablero término
siendo hecho con una tabla de madera cuadrada, tallada y pintada, así como las
piezas, que resultaron no tan bonitas como esperaba, pero que al fin y al cabo
sirven para su propósito.
La prueba de fuego del nuevo tablero, la lleve a cabo de
manera privada, con la única persona capaz de entender las reglas fácilmente,
Ilen. La primera partida fue un poco confusa, y por supuesto fui el ganador,
pero a medida que avanzábamos en las siguientes, poco a poco me vi forzado a
utilizar toda mi capacidad mental para
continuar venciéndola, hasta que durante nuestro último enfrentamiento, me
logró vencer.
Sin duda fue uno de los días más divertidos desde que
llegué a este mundo, recordándome aquellas veces en mi antiguo mundo, en que me
desvelaba días enteros dentro de juegos
de computador en línea, con mis
compañeros de equipo. Aunque, sin lugar a dudas, el compartir con Ilen
representa un placer muchísimo más grande, pues la tengo frente a mí y comparto
un vínculo que difícilmente algún juego virtual pueda alcanzar. Su mirada
atenta al escuchar las reglas, lo sorprendida que se ponía cuando le comía una
pieza importante o le ganaba sorpresivamente, ese sutil gesto que hace con sus
labios cuando se impacienta por un movimiento mío y la extraña pero adorable
risa que hace cada vez que logra ponerme en jaque, endulzan el tiempo que paso
con ella de una manera que nunca pensé experimentar, haciéndome incluso perder
la percepción del tiempo.
No paso mucho tiempo ("Cuestión de días") para que
Ilen fuera capaz de enfrentarme a la par en ajedrez, desarrollando estrategias
complejas y sorprendiéndome con cosas que nunca había visto antes, por lo que
decidí que era tiempo de experimentarlo con otras personas. Los objetivos
claros eran Celine y Mirina, siendo esta última, responsable de popularizar
rápidamente el tablero de damas entre los nuevos guardias. Ambas fueron
bastante duras de aprender las reglas, por lo que nos tuvimos que turnar entre
Ilen y yo para intentarlo reiteradas veces.
Una vez lograron aprender las reglas del juego ("Ni
siquiera recuerdo exactamente cuánto tardaron"), ambas desarrollaron
estilos de juego bastante burdos. Celine por su parte, implementa estrategias
defensivas y avanza con sus piezas en bloque, tratando de no dejar espacios
vulnerables y persiguiendo la destrucción completa de las piezas enemigas, una
táctica que puede parecer perfecta para ella, pero que simplemente representa cuestión
de tiempo para mí. Mirina en cambio, es un total desorden desde principio a
fin, no siendo capaz de derrotar a nadie, salvo a la pequeña Eli, que a veces en contra de su voluntad termina
jugando contra ella. Aunque tengo que admitir que después de un par de juegos,
me percaté que a Mirina cada vez le cuesta más ganar ("Mi hermana es
pequeña pero inteligente").
Y así, el tiempo dejó de perseguirme mientras me divertía
con mi familia, haciendo que mi recuperación completa fuera bastante agradable
de superar.
Los nuevos guardias fueron rápidamente acostumbrándose a
su trabajo, y para mi sorpresa, incluso comenzaron a desarrollar destreza en el
ajedrez, producto de la incesante búsqueda de novatos por parte de Mirina,
quien poco a poco se va quedando sin personas a las cuales poder vencer.
Pero la noticia más importante, vino de la mano de los
delegados que envié a las cuatro ciudades, con excelentes resultados y una
reunión agendada con más de un mercader por cada una. Mi corazón se acelera de
sólo pensar en las posibilidades que se presentan frente a mi ahora, por lo que
debo prepararme mucho más que la última vez. Yo y mi arma más afilada para esta
clase de cosas, Ilen.
Parte 2
Gremio de mercaderes de Sunnen, año 5540 mes 2 dia 2
Siendo sólo unas pocas horas después del amanecer, existe
un poco usual movimiento dentro del gremio comercial de Sunnen, ubicado en la
calle central del pueblo. Varios personajes desconocidos, pero a primeras
vistas de naturaleza acaudalada, han estado entrando de manera constante al
interior del edificio. Algunos con miradas seguras y decididas, otros con
dudas, así como algunos abrumados por la presencia de personas mucho más
imponentes que ellos mismos. Cualquiera que no supiera la razón particular de
tal reunión, pensaría que algo importante va a suceder.
En la sala de recibimiento, pequeña para tal cantidad de
personas, se encuentran más de 2 docenas de invitados, gran parte con claros
signos de impaciencia y mirándose con recelo entre ellos.
— ¿Por qué tardan tanto?— Comenta un hombre, dentro de un
pequeño grupo que se ha formado en una de las esquinas de la habitación.
— Tranquilo, aún es temprano, fuimos nosotros quienes
llegamos antes. — Le responde otro hombre, quien pareciera ser su cercano.
— Lo mínimo sería que estuvieran ya preparados, me
molesta tener que esperar...
— Cállate, eres una molestia. — Interrumpe una mujer que
se encuentra con ellos. — Mira quien ha llegado, ¿No es ese el famoso Diriun?
— El bastardo que ha monopolizado el mercado que todos
quieren. — Comenta nuevamente el ofuscado hombre, con una mirada de odio
dirigida a quien acaba de entrar por la puerta principal.
No sólo ese pequeño grupo, sino casi todos los presentes,
no pueden evitar mirar al recién llegado con recelo y hasta hostilidad. Diriun
por su parte, hace todo lo posible por ignorar las miradas y se dirige al
mostrador a charlar con la encargada.
No pasa mucho tiempo, hasta que el personaje principal
hace su entrada por la puerta frontal. Vistiendo un hermoso vestido azul
oscuro, con adornos y encajes de color negro, tan ostentoso como para demostrar
estatus, aunque no lo suficiente como para aparentar exceso y excentricidad. Su
mirada no se detiene en ninguno de los presentes y simplemente se dirige hacia
el mostrador, para luego rápidamente subir al segundo piso. Ni siquiera la
presencia de Diriun pareciera llamar en ella la menor atención. A su lado, una
hermosa pero aterradora mujer de cabello rojo, vestida de manera simple y con
una espada en su cintura, intimida a todos los presentes mientras los analiza
atentamente a medida que avanza por la habitación. Y por último, detrás de
ambas, un joven que ronda los xx años, se deleita alegremente, mientras observa
a todas las personas reunidas, siendo difícil el saber qué clase de emociones
irradia su rostro a ratos pensativo.
— Por favor, a todos los presentes. — Comienza a hablar
la recepcionista, una vez quienes acaban de ingresar desaparecen por la
escalera al segundo piso. — Lady Ilen necesita unos momentos para preparar la
sala de reunión, así que les pido tengan un poco más de paciencia.
Algunas quejas y murmullos se dejan escuchar a través de
la multitud, pero todos terminan aceptando la situación. Unos momentos después,
sólo los representantes de cada casa comercial son guiados hasta la gran sala
de reuniones, para la decepción de quienes sólo los acompañaban, pero
entendiendo que no hay mesa de reunión que los pueda acoger a todos.
La apertura de la sala de reuniones, deslumbró en sobremedida
a los invitados, no por la decoración de esta ni por otro tipo de lujos, sino
por la presencia de una enorme mesa ovalada, con cerca de 14 asientos, y en
cuya superficie se hayan, presentados de una manera limpia y organizada, una
gran cantidad de panes, galletas y vasijas, estas últimas llenas con un arcoíris
de diferentes líquidos viscosos.
— Bienvenidos sean todos. — Son recibidos cortésmente por
la hermosa anfitriona, Lady Ilen, quien los insta a que tomen asiento. — Por
favor pónganse cómodos y disfruten de
los productos que estaremos discutiendo en breve.
La atmósfera rápidamente se relaja, una vez todos se
sientan y comienzan a disfrutar de los aperitivos. Los invitados son en total
11 mercaderes, siendo 1 proveniente de Girelia, 3 de Dumia, 2 de Agüer, 2 Ursth
y 3 de Kinth, siendo Diriun el único representante de Girelia.
— Esto está delicioso. — Comenta uno de los hombres.
— Es verdad, la textura y el aroma... Mmmm es increíble.
— Añade una de las 2 mujeres presentes y parte de los mercaderes.
— Sin lugar a dudas, tal cual como la última vez que lo probé.
— Dice Diriun, intentando atraer la mirada de Ilen.
Sin prestar mucha atención a los cumplidos, la anfitriona
termina por interrumpir los cada vez más ruidosos murmullos, atrayendo la
atención de los invitados hacia la posición en la que se halla, de pie frente a
su silla y con una mirada bastante serena aunque de ojos penetrantes, como si
cortaran el ambiente a medida que repasa los rostros de cada uno de los
mercaderes.
— Como sabrán
bien, mi nombre es Ilen Antman, representante de la recién formada
compañía "Dulces dulces sueños". Como su nombre lo indica, nos
dedicamos a la fabricación de alimentos dulces, tales como los que acaban de
probar, así como los famosos dulces de leche que comercializamos a través del
señor Diriun aquí presente. El motivo de esta reunión se reduce a una simple
palabra para nosotros, "expansión". Todos aquí reunidos saben de
antemano nuestra intención de comerciar nuestros productos en las siguientes 4
ciudades más cercanas a nosotros después de Girelia, pues sabemos bien que
existe una buena demanda de ellos, fuera de nuestra actual región de
operaciones, llegando a valer uno sólo de nuestros famosos dulces hasta tres
veces el valor de venta fijado.
Un corto silencio ocurre, mientras todos asienten y
digieren las serias palabras de la hermosa anfitriona. Luego, cuando pareciera
que uno de los invitados estuviese a punto de hablar, el discurso comienza
nuevamente, con un tono un tanto más duro.
— Pero así como sé que existe demanda, también sé que hay
un creciente interés en copiar nuestro producto. La verdad es que nos tiene sin
cuidado el hecho de que alguien intente imitarnos, pero... — Los ojos de la
mujer recorren lentamente el rostro de todos los mercaderes presentes, siendo
muy pocos los que pueden aguantar el deseo de desviar la mirada. — Nos molesta
en sobre medida el que intenten hacerlos pasar como un producto original.
Entenderán entonces, que por ningún motivo haremos negocios con quien haga una
imagen errónea de la calidad de lo que fabricamos. Este es un punto importantísimo
a tomar en cuenta, si desean hacer negocios con nosotros. ¿Hay alguien que
quiera decir algo al respecto?
Se pueden observar incómodas miradas entre los personajes
reunidos, algunos más afectados que otros, pero cuando pareciera que la
situación fuera a quedarse sólo en eso, unos de los mercaderes, aquel que tanto
se quejaba en la sala de recepción, alza su voz un tanto enfurecido.
— Y que es lo que te crees mujer, ¿acaso eres dueña del
nombre? ¿Qué te da el derecho de amenazarnos de esa manera? No tienes el peso
que tenemos nosotros, antiguos y veteranos comerciantes del reino.
La respuesta no se hace esperar de parte de la
anfitriona, sin siquiera verse afectada por aquellas fuertes declaraciones,
mantiene su fuerte carácter y le responde duramente;
— La verdad es que no somos dueños del nombre, pero somos
sus creadores, y si vas a llamar a algo de igual manera, al menos hazlo con
algo que se le parezca, pues lo que haces debería llamarse más "mierda con
leche" que dulce de leche. Es desagradable que la gente de otras ciudades
comience a conocer el gran nombre de nuestro producto con la porquería que
intentaste fabricar, que ni siquiera su autoría quieres admitir públicamente,
adjudicándola de mala manera a nosotros. Y con respecto a la amenaza, tómala como
quieras, pero nuestro producto original llegará a tu ciudad y al parecer no a
través de ti. Veamos si puedes competir.
El rostro del hombre comienza a ponerse de varios
colores, su amigo a su lado intenta contenerlo al tiempo que lo jala de un
brazo, pero la ira lo desborda y pierde el control rápidamente.
— ¡Maldita perra!, como te atreves, te voy a...
— Tranquilo ahí. — Es interrumpido por la guardiana de
cabello rojo, cuya mirada asesina intimida tanto como su espada ya a medio
desenvainar. — Si continuas con esto, no me voy a hacer responsable de los
miembros que puedas perder.
La situación comienza a tensionarse y los demás
mercaderes comienzan a reflejar temor en sus rostros, pero antes de que la
situación empeorase, la puerta de la sala se abre de par en par y dos fornidos
hombres armados hacen ingreso.
— Capitana. — Se dirige uno de los hombres hacia la pelirroja.
— ¿Hay algún problema?, escuchamos gritos desde afuera.
— Para nada. — Responde la mujer, mientras relaja su
rostro y termina de envainar su espada. — El señor aquí presente desea
retirarse, por favor escóltenlo. ¿Hay alguien más que desee retirarse?
Ante la pregunta, acompañada de una mirada aguda, ninguno
de los restantes mercaderes se atrevió a decir algo, ni siquiera aquel
compañero de quien ahora es escoltado fuera de la habitación, rojo y aún
enfurecido.
— Ya sabrás de mí. — Es lo último que logra decir antes
de abandonar el cuarto.
El silencio reina por unos instantes y la seriedad abunda
en el rostro de todos, a excepción del joven sentado junto a la pelirroja,
quien esboza un rostro bastante sorprendido y dejando entrever cierto nivel de
estarse divirtiendo, aunque durante el momento más tenso, se hallaba con su
mano sobre la empuñadura de la daga oculta entre sus ropas.
— Por favor, disculpen esa desagradable interrupción. —
Comienza nuevamente la anfitriona. — Lo que nos llama ahora mismo es la
discusión de negocios.
Durante la siguiente hora, es discutido en detalle, las
características y alcances del negocio propuesto por Lady Ilen, haciendo
bastante hincapié en la obligación de la firma de contratos, cosa que fue
validada por Diriun y que sacó de compostura a más de un rostro, pero que al
final, ninguno terminó objetando.
Pasada las 2 horas de reunión, los últimos detalles ya
están arreglados. Con la introducción del nuevo producto, “la mermelada",
como principal producto, se fijaron los precios y cuotas por mercader, quedando
estipulado que se entregarán, quincenalmente, 2000 frascos de medio kilogramo,
por ciudad, a un precio de una moneda de plata la unidad. El más beneficiado es
Diriun, quien no cuenta con competencia, ya que posee el beneficio de la
exclusividad prometida en el primer contrato.
Ya pasado el mediodía, con la mesa vacía y con todos los
invitados alegres por una buena sobremesa, quien hasta ahora había permanecido
mudo en su silla, aquel extraño joven de mirada analítica, interrumpe los
comentarios que ya poseían tintes de despedida, trayendo consigo una enorme
bandeja cubierta con una manta blanca.
— Señoras y señores, antes de que nos despidamos, de esta
agradable reunión de negocios, quisiera que probaran lo último de nuestros
productos.
El joven, haciendo gala de unos refinados modales,
descubre elegantemente el contenido de la bandeja, dejando al descubierto
varios objetos parecidos a panes, redondos, blancos y brillantes.
La expectación se apodera de los comerciantes y
rápidamente se hacen de uno de los extraños objetos, despertando cierta
extrañeza al darse cuenta que es más pesado de lo que esperaban y aparentemente
duros al tacto. Pero para la sorpresa de todos, una vez le dan una mordida, la
sensación de crocancia, seguido de la suavidad de un pan recién horneado y
sumado al intenso dulzor de una crema sabor a leche, terminaron con
absolutamente todos los invitados deslumbrados.
— Por los dioses, ¿Qué es esto?
— Esto es sorprendente, nunca en mi vida he probado algo
así.
— Siento que me derrito del placer.
Los comentarios no dejan de aparecer, a medida que la
bandeja no deja de ser atacada, por quienes hasta hace poco mostraban el mejor
de los modales y ahora pelean por el último bocado.
— Estos son los productos que les esperan a quienes hacen
buenos negocios con nosotros. — Comenta el joven. — Sólo pregúntenle a Diriun
si tienen dudas.
— Por supuesto que es así, doy fe de ello. — Agrega
Diriun con voz sería y la boca embarrada con manjar.
— Muy bien. — Concluye Lady Ilen. — A todos les deseo un
buen viaje de regreso, así como les recuerdo que dentro de dos meses comenzará
a regir el contrato. Espero estén preparados para entonces.
La reunión se da por terminada y rápidamente los
invitados abandonan la sala, dejando a los tres anfitriones exhaustos en sus
sillas, aunque reflejando éxito en sus rostros.
— Nunca pensé ver a Ilen desempeñarse de esa manera frente
a esos comerciantes ricachones. — Comenta la pelirroja, mientras desabotona la
parte superior de su camisa. — Por momentos, incluso yo me sentí intimidada.
— Ja, no te decía yo que esta mujer es cosa sería. — Le
responde el joven, al tiempo que remueve sus zapatos de una manera bastante
forzosa.
— Yo sólo sigo lo que tú escribes, no hagas tanto
escándalo al respecto. — Réplica la mujer aludida, cuando trata sin éxito de
remover uno de los adornos de su cabello.
— No lo niegues mujer, en el fondo, muy en el fondo, eres
una violenta y manipuladora madame, de esas que golpean a sus criados con
látigos de cuero y los obligan a dormir en duras y frías celdas. — Vuelve a
agregar el joven, forzando una voz afligida.
La mujer enrojece al escuchar las palabras del joven y
lanza una mirada asesina, al tiempo que intenta encontrar la jarra de agua que
creía estaba en la mesa.
— Si buscas la jarra de agua, la escondí mientras no te
dabas cuenta. — Esta vez la voz del joven transporta desafío y picardía.
La mujer, sorprendida por las palabras del joven, no
puede evitar mirarlo directamente a los ojos, de manera desafiante, para luego
rápidamente tomar un poco de la mermelada sobrante en la mesa y embarrarle,
tanto el cabello como la cara, con esta. Posteriormente, aún ofuscada, toma sus
cosas y se retira de la habitación, azotando duramente la puerta.
— ¿Me lo busque? — Se queja él.
— Te lo buscaste. — Le responde la pelirroja.
— Pero mira, si soy un chico tan dulce. — Dice el joven,
mientras se relame la mermelada del rostro.
— Ridículo.
Con esta última sentencia, y abandonando la habitación,
la pelirroja deja al joven sólo, aun relamiéndose su embarrado rostro, aunque
con una siniestra sonrisa.
Parte 3
Norte de la ciudad de Dumia, región costera, año 5540 mes 2 dia 25
El estrepitoso sonido de las olas rompiendo contra las
rocas, el inusual sabor salino que se haya impregnado en el aire, así como el
radiante sol de la tarde, forman una extraña mezcla para quienes nunca han
tenido la oportunidad de visitar el mar, especialmente para la mujer que se
haya sentada en un pequeño claro de aparente arena blanca, pero formado por
diminutas conchas marinas del tamaño de granos de trigo. Sus blancas y
delicadas manos no han parado de jugar con la extraña arena, encontrando a
ratos hermosos restos de moluscos que reflejan todos los colores conocidos. En
la mente de la mujer se haya sólo un pensamiento, mientras acumula dichas
conchas en una pequeña pila junto a ella, y es en el rostro que pondrá su
adorable ahijada, cuando se las entregue como uno de los tantos regalos que le
hace cada vez que puede.
Los sentimientos de la mujer se hayan en un inusual
conflicto, pues por un lado se siente deslumbrada por el hermoso panorama
frente a sus ojos, pero por el otro aún siente la incomodidad de la vestimenta
que se encuentra usando. Un hermoso vestido blanco, de una tela suave y casi
tan fina como la seda, que la cubre al tiempo que pareciera acariciar
delicadamente su piel, con un corte que descubre ligeramente sus antebrazos y
muestra más de sus piernas de lo que nunca antes ha sido mostrado. Además,
complementan el conjunto un hermoso sombrero circular blanco, que da la
suficiente sombra para cuidar su rostro y cuello del sol, así como un par de
delicadas sandalias de cuero pintadas de igual color, que dejan pasar el húmedo
y agradable aire marino, refrescándola como nunca antes en su vida.
Sus ojos se posan sobre el responsable de toda esta
extraña situación, el cada vez más grande y fornido joven llamado Akeel, que se
divierte buscando cangrejos entre las rocas junto al mar. A pesar de que ella
siente la curiosidad de ver lo que se encuentra haciendo, pues le llama la
atención lo entretenido que parece, no puede evitar sentir algo de vergüenza,
tanto por la incomodidad de su vestido, que muestra más de lo que está
acostumbrada, así como por la vestimenta del joven, que no es nada más que un
pantalón recortado por encima de las rodillas y una reveladora camisa sin
mangas.
Todo comenzó la mañana de este agradable día, cuando
decidieron, junto a Celine, visitar la
ciudad de Dumia con la intención de inspeccionar los negocios que se encargarán
de la venta de sus productos. Dicho trámite fue más rápido de lo que todos
esperaron, por lo que decidieron recorrer un poco más la ciudad antes de volver
a su hogar.
Lamentablemente el recorrido duró para Celine menos de lo
que esperaba, pues se encontró con viejos amigos de armas quienes le dieron
importantes datos acerca de guerreros en busca de trabajo, y ya que la
expansión del negocio requiere necesariamente el crecimiento de la capacidad
humana, decidió reunirse con las personas mencionadas y terminó dejando solos a
los otros dos, aunque con la guardia de dos experimentadas guerreras. No
importó la insistencia de Akeel con la intención de acompañarla, puesto que ella
decía tener sus propios métodos para convencer a la gente y no quería la
intervención de un extraño personaje como él.
Al final, se tuvieron que quedar solos por un tiempo, a
la espera de que Celine termine con sus asuntos, dejando a un pensativo Akeel
con más de una idea para pasar el tiempo, aunque primando su extraña y nueva
obsesión por visitar el océano. Pero había algo que molestaba al joven, cosa
que a nadie se le hubiera siquiera ocurrido, y es que según él, necesitaban
ropa apropiada para la playa, frase extraña que al parecer sólo él es capaz de
entender.
Recorrieron gran parte del distrito comercial,
aprovechando cada puesto de comidas y bebidas que encontraban, probando gran
parte de los platillos típicos de la ciudad. Pese a las reiteradas quejas,
tanto de Ilen como de las guardias encargadas de su cuidado, continuaron la
larga caminata hasta que llegaron a una de las tiendas de ropa más exclusivas
de la zona, en donde Akeel creyó ver lo que buscaba.
Hubo más de una sorpresa, tanto para Ilen como para las
guardias, cuando Akeel ordenó de inmediato una de las prendas más exclusivas de
la tienda, un vestido blanco de la más fina tela, usualmente vendido sólo a
nobles y para ser usado dentro del hogar. Pero lo que más sorprendió, fue
cuando se lo entregó a Ilen, quien en ese momento sólo vestía uno de sus
usuales y sencillos atuendos, que aunque apropiado para los viajes, distaba
mucho de una de las típicas nobles de la zona. Ella intentó por un momento el
rechazar tal gesto, pensando que no era apropiado para alguien de su estatus,
pero la mirada expectante del joven terminó por hacerla aceptar el costoso
regalo.
Las miradas se posaron sobre Ilen, desde el momento en
que salió del probador, levantando celos sobre todas las mujeres, incluidas las
guardias, lo que para Akeel no pasó desapercibido, por lo que terminó
comprándoles vestidos muy similares a ambas. El toque final al conjunto lo
dieron las sandalias, sombrero, y una capa de cuerpo completo, la única de las
verdaderas peticiones de la avergonzada mujer. Para cuando era el momento de
pagar la cuenta, todos, incluido el ingenuo joven, no pudieron evitar saltar
levemente por la sorpresa, que pese a todo, no fue impedimento para que
desembolsara, bien decidido, cerca de 10 monedas de oro en total, atrayendo más
de una mirada de aquellas jóvenes nobles que frecuentaban la tienda.
Para cuando estaban en la calle nuevamente, la imagen de
una acaudalada mujer desplazó casi por completo a la antes humilde Ilen, que
ahora con su cabello suelto y bajo ese adorable sombrero, recomendación de las
dependientas de la tienda, hizo incluso que la gente inconscientemente se
apartara de su camino. Ayudado además por la presencia de ambas guardias, que
visten también elegantes vestidos de color azul, nadie siquiera dudó por un
instante de la elevada posición que ella debía tener. Está de más decir lo
avergonzada que se sentía, aunque parte de ella no podía evitar sentir un nivel
de felicidad, especialmente por la mirada de satisfacción con que la veía
Akeel.
Posteriormente, habiendo preguntado el camino más rápido
a la costa, sólo les tomó un par de minutos cabalgar hasta la aldea de
pescadores más cercana. Pero la decepción vino inmediatamente para Akeel,
cuando supo de los lugareños, que no hay ninguna costa de finas arenas blancas
en todo el norte de la ciudad, sino sólo roqueríos y una que otra área
compuesta por gruesos arenales de restos de conchas marinas.
Pese a todo, decidieron caminar a lo largo de la costa,
en dirección oeste, disfrutando del agradable aire marino y la curiosa vista de
uno que otro pescador lanzando redes entre los roqueríos.
Sin muchas personas a la vista, Ilen comenzó a sentir un
poco más de confianza, finalmente despojándose de su capa y disfrutando las
gracias de tan refrescante ambiente, a través de sus ligeramente desnudos
brazos y piernas. Para ella no era la primera vez en un sector costero, pues en
varias ocasiones tuvo que acompañar a Eline y sus padres, a diferentes viajes
de placer o negocios, en casa de importantes personas con privilegiadas vistas
al mar. Lamentablemente en ese entonces, no era sino la más común de las
sirvientas, sin siquiera el derecho de comer más que las sobras de sus señores,
menos el de tener tiempo libre para visitar el cercano y tentador océano.
Más de un pensamiento melancólico recorrió entonces la
mente de la mujer, cuya mirada a ratos se perdía en el horizonte del mar, como
tratando de buscarle un significado profundo a lo antes vivido. Pero antes de
que la oscuridad invada su corazón, siempre es aquel joven de mirada confiable,
quien impide que la tristeza se apodere de ella, esta vez encontrando un
hermoso lugar con piscinas naturales, entre los infinitos roqueríos que se
extienden en la costa, y llamándola con una honesta sonrisa para que bajara a
disfrutar del mar. Su rostro no pudo evitar mostrar una sutil felicidad, pero
la vergüenza terminó por limitarla a sólo recostarse sobre aquel manto de
conchas marinas, mientras el muchacho ahora disfruta deambulando entre las
rocas junto a las entusiasmadas guardias, que ya terminaron rindiéndose ante la
contagiosa actitud que él siempre emana.
A medida que los minutos pasan, un extraño sentimiento
comienza a apoderarse de ella, sumado a la impaciencia por acercarse al agua,
la constante presencia de las guardias junto a Akeel, poco a poco despiertan en
ella un tipo de celos que hasta ahora nunca había sentido. Un tanto enfadada,
trata de apartar la mirada, pero los cada vez más ruidosos juegos impiden que
su atención se concentre en nada más que ellos.
Perturbada, decide que quizás es tiempo de alejarse un
poco, pero cuando ya se ha puesto de pie, se percata de que las guardias
comienzan a alejarse del muchacho, mientras este se haya flotando dentro de una
de las piscinas naturales. Su mente duda por un instante, mientras una súbita
ráfaga de viento la obliga a sostener su sombrero con una de sus manos y la
hace ocultar levemente su vista, luego, cuando sus ojos se posan nuevamente en
él, una cálida mirada la recibe, al tiempo que con un gesto es invitada alegremente
a que se acerque.
Parte de ella no puede entender el por qué a veces sólo
basta esa mirada para que todas sus dudas desaparezcan, al tiempo que sus pies
comienzan a caminar temblorosamente por encima de las rocas. Para cuando llega
al lugar donde él se encuentra, un desconocido panorama deslumbra su vista, y
es que nunca había visto tan hermoso paisaje, dibujado tan sutilmente dentro de
esa piscina marina, una mezcla de moluscos y peces de intensos colores,
entremezclados con las rocas enverdecidas y el intenso reflejo del sol en la
superficie del agua.
— Te veías entretenida ahí sentada. — Comenta el joven,
mientras flota libremente en el agua.
— No tanto como tú, al parecer.
Sus palabras no cargan ese usual tono serio
característico de ella, sino una nueva y a ratos temblorosa voz, que se ha
empezado a demostrar cada vez que se siente abrumada por situaciones como esta.
— Ese vestido te queda muy bien. — Agrega el muchacho. —
¿Por qué no pruebas en agua?, está increíblemente agradable.
— Arruinaría el vestido. — Responde ella, al tiempo que
se recuesta, con ambas piernas cruzadas, en una enorme roca de superficie
plana.
— Entonces quítatelo.
— No digas locuras, jamás haría eso.
— Entonces simplemente úsalo. — La voz del joven
transmite una claro reproche entremezclado. — Te lo compré para que disfrutarás
de esto. Si se llega arruinar, simplemente te compró otro. No te hagas
problemas por pequeñeces.
La mujer simplemente se queda en silencio, acerca
lentamente sus piernas al borde de la roca, remueve sus sandalias con
movimientos tan delicados como hipnóticos, para terminar poniendo sus blancos
pies suavemente dentro del agua, disfrutando mientras son cubiertos lentamente
por esta. El muchacho simplemente la observa, con su cuerpo en posición
vertical dentro del agua, dejando ver sólo parte de su rostro, por encima de la
nariz y con ojos entrecerrados.
— Desde que has crecido, te has puesto bastante altanero.
— Dice la mujer, sin embargo, en sus palabras pareciera no haber reproche, sino
un extraño sabor agrio y cercano a la tristeza.
— ¿Tú crees? — Responde relajadamente el joven, ahora
nuevamente flotando libremente sobre el agua. — ¿Sera el dinero?
— Tal vez.
— Entonces, ¿Que propones que haga con el dinero,
gastarlo sólo en mí, guardarlo en una caja de metal dentro de la casa o dárselo
a los pobres?
— No creo ser alguien que pueda opinar al respecto.
— Es allí donde te equivocas Ilen. Tú eres parte de mi
familia, eres como mi madre...
La última frase golpea duro en el corazón de la mujer,
pero no de buena manera, haciendo que su mirada caiga en dirección al agua, en
donde se encuentran sus pies.
—... Aunque pensándolo mejor no como una madre, sino como
mi hermana y amiga. — Se corrige a sí mismo el joven, haciendo, sin saberlo,
que la mujer de alguna manera recupere su compostura. — No pienses que vas a
ser una sirvienta por el resto de tu vida, ¿Acaso te he ordenado alguna vez
algo en mi vida?
— Si se, pero... — Una mirada de angustia comienza a
aflorar en el rostro de ella. — Pero lo he sido toda mi vida, me cuesta verme
de otra manera.
— Y a mí me duele verte ahogándote en estos problemas tan
estúpidos. — El joven se acerca lentamente hacia ella. — Hasta cuando te vas a
hacer la víctima de tu historia. No conozco bien lo que te ha ocurrido en el
pasado, pero ahora mismo, quiero que simplemente lo dejes atrás. Eres la mujer
más fuerte que he conocido... Mentalmente claro, Celine sin dudas es la más
fuerte físicamente... Y Quiero que tú misma te lo creas.
Una vez frente a la mujer, el joven posa suavemente su
húmeda mano sobre la rodilla de la mujer, causando que esta tiemble levemente.
— El dinero realmente no me interesa. — Continúa el
joven. — Lo que me interesa es lo que puedo comprar con él y que pueda hacernos
a todos felices, incluyéndote a ti.
La mujer no puede controlar los temblores, así como las
inmensas ganas de llorar que se apoderan de ella, pero pese a todo, acerca una
de sus manos lentamente y la posa sobre la de él. Intenta levantar su rostro,
pero se da cuenta de que si lo hace, sus lágrimas comenzarán a caer
descontroladamente, por lo que mantiene su rostro bajo mientras le habla al joven;
— Me has dicho eso tantas veces, pero de alguna manera
sigo sin convencerme. A lo largo de mi vida he sufrido tantas decepciones, que
ya no se bien como darme cuenta si alguien dice la verdad.
— ¿Crees que miento? — La mano del joven cambia
abruptamente de posición, sujetando fuertemente la muñeca de ella. — ¿Crees que
estoy jugando contigo?
— No digo eso... — Responde ella, con cierto miedo
entremezclado. — No digo eso, es sólo que...
— ¿Necesitas una prueba?
— ¿ehh?
La mujer empieza a sentir dudas acerca de sus palabras,
arrepintiéndose en parte de haber comenzado tan intensa discusión. Puede sentir
la fuerza del muchacho, tanto en sus palabras como en la mano que la sujeta,
así como en esa mirada que pareciera penetrar profundamente dentro de sus ser.
— ¿Qué te parece si ahora mismo, a partir de este
instante, te dejó libre de tus labores? — Propone el joven, sin ninguna pizca
de dudas en sus palabras. — Y además te entregó 100 monedas de oro por el duro
trabajo que has hecho a lo largo de tu vida, para que hagas lo que quieras con
ella...
Las palabras golpean duro dentro de ella, como un enorme
martillo en su pecho, causando un vacío en su estómago y un pánico horrible. El
muchacho continúa hablando, proponiéndole más y más cosas en recompensa, pero
sus oídos ya no escuchan nada más que la frase "te dejó libre de tus
labores", lo que implica dejar de vivir en esa casa, dejar de convivir con
quienes ha experimentado tanto, dejar de hablar con quiénes son sus amigos,
dejar de ver a su adorable ahijada, que ya es casi su verdadera hija y dejar de
conversar largamente en las noches con quien para ella ya es su alma gemela.
Entonces, sólo lágrimas son las que empiezan a caer sin restricciones de sus
ojos, recorriendo todo el trayecto por sus mejillas, para luego fundirse en la
enorme piscina de agua salada, ahora aún más salada.
— No.... No.... No.... ¡Nooooooooo! — Termina
respondiendo la mujer, envuelta en llanto y lágrimas, al tiempo que comienza a
tirar de su mano, tratando de liberarse del joven. — ¡No quiero eso!
El muchacho no suelta la muñeca de la mujer, es más,
comienza a jalar en respuesta, atrayendo lentamente su cuerpo. El forcejeo no
dura mucho, debido a la desventajosa posición en que se haya ella, quien
termina cayendo irremediablemente al agua, siendo recibida entre los brazos de
él.
El impacto del agua fría sacude fuertemente sus sentidos,
haciéndola, instintivamente, sujetarse fuertemente del cuerpo de él, presionándose
mutuamente y dejando sus rostros a sólo centímetros el uno del otro. Un
tranquilo silencio aparece entonces, dejando percibirse sólo el sonido del agua
que golpea las rocas.
— Entonces. — Comienza el joven, al tiempo que con una de
sus manos, limpia delicadamente los ojos de ella, usando incluso un poco del
agua a su alrededor. — ¿Qué es lo que quieres?
Sus ojos dudan, pero su corazón responde decidido, sin
una pizca de duda respecto a lo que realmente quiere;
— Q-quiero que todo siga como estábamos.
— ¿Y? — Vuelve a preguntar él, esta vez arreglando
suavemente su largo y mojado cabello.
— ¿a qué te refieres?
— Mujer, se un poco más ambiciosa, aprovéchate de mí, que
aún soy sólo un jovencillo de corazón blando y puro.
— No quiero. — Responde casi como un puchero.
Otro pequeño silencio se forma entre ellos, pero esta vez
no es para nada incómodo.
— Ya veo, dime. — Dice él. — ¿Alguna vez te han dado un
masaje?
— ¿Qué es eso?
— Es algo sorprendente, que si es bien hecho puede
incluso hacer que la persona más tensa se relaje. ¿Qué tal si te doy uno?
Aun entre sus brazos, ella ya ni siquiera se atreve a
ponerse en su contra, y aun evitando mirarlo fijamente a los ojos, asiente
tímidamente a su sugerencia. Y así, él la lleva rápidamente hasta uno de los
bordes de la piscina, en donde la profundidad del agua les permite a ambos
sentarse cómodamente, con sólo su parte inferior aún dentro del agua.
El nerviosismo se puede ver en los ojos de la mujer,
mientras el joven se posiciona detrás de ella, en un ángulo en el que no
importa cuánto trate, es imposible verle el rostro sin la necesita de además girar
el cuerpo. Su corazón comienza a palpitar fuertemente, y es que ya no posee
control alguno de la situación, dejándole prácticamente a él, hacer lo que
quiera con su cuerpo. Para cuando unas manos se posan en su cuello, no puede
evitar soltar un pequeño y adorable quejido, seguido de una respiración agitada
y una cada vez más asfixiante incertidumbre.
La mujer no puede evitar cerrar sus ojos, mientras el
joven comienza a desabotonar la parte trasera de su vestido. Parte de su mente
comienza a fantasear con lo que sucederá a continuación, mientras la otra
simplemente quiere dejar de pensar. Pero para su sorpresa, las manos se
detienen, dejando sólo una pequeña parte de sus hombros expuestos, los que
inmediatamente son invadidos por esas suaves manos, que ahora presionan con una
fuerza tal, que le hacen imposible el mantener en posición su espalda.
— Tranquila, relaja tus hombros. — Le ordena él, con una
voz suave y para ella muy persuasiva.
Ante la respuesta inmediata de su cuerpo, las manos del
joven comienzan a incursionar entre su cuello y hombros, ejerciendo una
especial presión con sus pulgares, describiendo movimientos circulares a través
de los músculos de su cuerpo. En un principio lo sentía extraño, pero poco a
poco su cuerpo comenzó a aceptarlo, transformando dichos movimientos en un
placer para sus sentidos. La tensión comienza a disminuir lentamente, así como
la agitación en su respiración. Su mente se concentra únicamente en el
movimiento de los dedos que la acarician y la paz se instala firmemente en su
corazón.
El famoso masaje dura varios minutos, dejando los hombros
y cuello de la mujer en tal relajación, que pareciera que ella fuera a dormirse
en cualquier momento.
— ¿Cómo te sientes?
Ante la pregunta del joven, la adormecida mujer no logra modular
una apropiada respuesta, dando simplemente incomprensibles murmullos y
movimientos con la cabeza.
Ante tan infantil respuesta el joven esboza una siniestra
sonrisa, y sin saberlo ella, sus intenciones rápidamente cambian de rumbo.
Las manos comienzan a bajar sutilmente, describiendo
círculos cada vez más amplios mientras continúa el masaje, luego, comienzan a
invadir lentamente la parte inferior de la espalda de ella, y para cuando esta
logra percatarse del abrupto cambio, un sorpresivo ataque en los costados de su
estómago, además de sus axilas, la hacen estallar en carcajadas y violentas
contracciones tratando de liberarse.
— Se ve que la están pasando bien.
Ante la inesperada voz, el ataque se detiene. El joven se
percata de la presencia de las guardias en el borde de la piscina, por lo que
vuelve inmediatamente a su actitud relajada.
— Hasta ahora bastante entretenido. — Responde él.
— Señorita Ilen, si sigue ahí su vestido se va a
arruinar. — Agrega la segunda guardia.
Ilen por su parte
se paraliza, utilizando ambas manos para cubrir su rostro, además de encorvar
todo su cuerpo. La vergüenza rápidamente se apodera de ella y es necesario
dejarla sola por varios minutos, antes de que pueda salir por su cuenta.
***
Entre risitas y murmullos, Celine termina siendo puesta
al tanto de lo sucedido, mientras el grupo completo se encuentra en el camino
de regreso a casa.
Ilen no puede evitar sentir una horrible vergüenza,
seguida de un intenso deseo de culpar a quien cabalga junto a ella. Pero cuando
sus ojos se cruzan con los del joven, no puede evitar el recordar todo lo que
se ventiló en dicha conversación, causándole aún más vergüenza, pero
adicionalmente, un extraño sentimiento de libertad, que hace que más de una
sonrisa se forme en su rostro camino a casa.
"Quizás realmente me he enamorado de él", es el
súbito pensamiento, que nace para quedarse por un largo tiempo, en la mente de
la afligida mujer.
JAJAJAJA que capitulaso.
ResponderEliminarGracias por el capitulo :D
ResponderEliminarque buen capitulo
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