lunes, 22 de febrero de 2016

Capítulo 5

Posted By: Unknown - 16:35:00
5. Un dulce golpe de Suerte
Parte 1
Sucedió aproximadamente un mes después de que cumpliera 7 años, me encontraba junto a Mirina recolectando duraznos de los árboles, pues era temporada para cosecharlos y venderlos en el mercado. Me había subido a uno de estos para sacar los duraznos más grandes y jugosos, que tanto me pedía Mirina, pues por su parte, le ha tenido miedo desde que se calló de uno hace 2 años. Siempre fui bueno escalando árboles y al parecer he mantenido la habilidad en este mundo.
Me encontraba sacando los duraznos que más alto podía alcanzar, cuando de pronto algo peculiar llamó mi atención. El árbol en el que me encontraba estaba ubicado casi en los límites con el terreno detrás del nuestro, por dicho límite pasa un pequeño canal de regadío, que además sirve de fuente de agua, y en las orillas de este, divisé unas cuantas cañas de color entre amarillo y rojizo, de unos 2 metros de alto. Siempre supe de dicho canal, pero nunca me llamó mucho la atención, además, en su mayoría siempre ha estado rodeado por matorrales que son bastante altos y frondosos, por lo que nunca divisé las extrañas cañas.
De inmediato me baje del árbol y me dirigí hacia las cañas ("La intuición es una cosa que hay que seguir a veces"), junto con una disgustada Mirina que se quejaba de que no saqué los mejores duraznos. Pasé a través de los matorrales, algunos bastante espinosos, y llegué donde las peculiares plantas. De inmediato le pregunté a Mirina, que se encontraba luchando con unas ramas de matorral que capturaron su vestido;
— Mirina, ¿sabes lo que es esto?
— Mmmm... déjame ver. — Me respondió un tanto ofuscada.
Se acercó a las cañas y las observó por un momento, luego partió una de ellas en la parte superior y tocó el tallo con la punta de su lengua.
— Creo que es palo dulce
— ¿Palo dulce? — Le pregunto intrigado.
— Bueno, es un palo que crece en algunos lugares y la gente pobre suele usarlo para endulzar el té o masticarlo, no tiene un sabor tan bueno como la miel o la fruta, pero con la correcta agua de hiervas puede ser agradable, cuando era niña mi padre lo usaba a veces. No lo venden porque es muy fácil encontrarlo y a mí no me gusta su sabor, es mejor un durazno.
"Eso es fácil de adivinar"
Tomé el tallo de la mano de Mirina y lamí lentamente la parte que probó ella, de inmediato lo supe ("¿Podrá se esto lo que creo que es?"). Miré con seguridad los ojos de ella, pude ver una mirada de vergüenza en respuesta, entonces dije;
— Esto es oro Mirina.
— M-M-M-¿Mi saliva es oro? — Me pregunta nerviosa.
— No tonta, esto es caña de azúcar.
— ¿Caña de azúcar?
— Así es, esto es el mayor descubrimiento del mundo hasta ahora, con esto creo que puedo hacer algo tremendo.
Era imposible no mostrar un rostro de incredulidad, que alguien te diga de sorpresa que una simple planta que no vale nada, puede ser comparada con el oro, hasta yo tendría dudas. Pero lejos de sentirme incomprendido, supe de inmediato el proyecto que tenía frente a mí, la producción exitosa de azúcar.
Primero que nada, me dispuse a realizar una pequeña prueba de control, lo que me sacaría de las dudas de si soy capaz de producir azúcar de la caña. Recordando los viejos tiempos en mi otro mundo, hubo una época en donde me interesé bastante en los métodos de manufactura de los alimentos, tanto así, que uno de mis trabajos de universitario fue el de describir el proceso de fabricación del azúcar. Cabe decir que no recuerdo nada de lo que contenía el informe ("Hay que ser un genio para recordar algo que escribí hace más de una década"), pero algunas cosas claves aún se mantienen en mi memoria. Lo primero que hice, junto a Mirina, es cortar todas las cañas posibles dentro del terreno, cuando terminamos, teníamos cerca de 100 cañas de poco más de 2 metros. Tomé algunas y las corté en trozos de cerca de 10 centímetros con un hacha, luego les retiré la corteza con un cuchillo y las acumulé en un contenedor.
Con el mortero de piedra más grande disponible en nuestra cocina y agua caliente, comencé a moler los trozos de caña, a medida que vertía pequeñas cantidades de agua en el mortero. Luego de moler una buena cantidad de trozos, vertía el líquido del mortero dentro de una olla de cobre, no sin antes filtrarlo a través de un paño fino para evitar las fibras residuales. Repetí el proceso hasta llenar la olla ("Por supuesto, con ayuda de Mirina"), posteriormente llevé la olla a la cocina en donde la calenté durante un buen tiempo para que se evaporara la mayor cantidad de agua posible y la mezcla se hiciera espesa, luego dejé enfriar. Con la mezcla ya fría, traspasé el contenido a un envase de vidrio y lo tapé con un corcho ("Así evito que la mezcla fermente y termine con alcohol en vez de azúcar"), para luego dejarlo reposar en el lugar más fresco de la casa.
El proceso completo duró un día completo, pues la molienda manual resultó un verdadero martirio, Mirina me asistió durante todo el proceso con un rostro bien sorprendido, siempre preguntando sobre cada paso que daba y metiendo los dedos dentro de la mezcla de azúcar para saborearla ("Le pegué con la cuchara en la cabeza cada vez que lo hacía"). Ilen también se mostró interesada en el proceso, pero le dije "Espera y veras" cuando me preguntó lo que estábamos haciendo.
Esperé durante una semana a que ocurriera la magia, tiempo en el cual tuve que cuidar bien el frasco de una traviesa Mirina, que se la pasaba rondando por la habitación con su mirada fija en el tesoro ("Verdaderamente loca por los dulces"), retiré el corcho y vacié el contenido en otro frasco, entonces la vi, preciosa azúcar pegada en las paredes. Con un cuchillo la removí y la dejé secar al sol en un plato, teniendo especial cuidado con los insectos. Al cabo de unas horas tenía en mi poder cerca de 100 gramos de azúcar morena ("Dulce azúcar"), que molí con un mortero hasta hacerla polvo, de esta manera, cuando hiciese nuevamente el proceso, me serviría como semilla para acelerarlo y obtener más azúcar de la mezcla.
Me tomó cerca de una semana de duro trabajo procesar caña suficiente, que al cabo de otra semana, generaran cerca de un kilogramo de azúcar. Un sentimiento de logro y gloria recorrió mi cuerpo entonces. Destiné una pequeña parte para una futura producción y estimé que el rendimiento de extracción del azúcar, con mi método actual, es cercano al 5%, algo realmente deficiente comparado con más del 10 % en la industria de mi viejo mundo, eso sí, con un proceso imposible de replicar aquí, por lo que lo logrado es más que aceptable dado lo primitivo de mis herramientas.
La emoción invadió mi corazón al tener en mis manos el objeto más precioso del mundo, me relamía de solo pensar en lo que podría hacer y disfrutar. Pensé en muchas recetas de mi viejo mundo, pero al final opté por hacer algo simple, pan de huevo dulce.
Para el proceso de producir el pan, opté por incluir a la persona más idónea para producirlo, Ilen, a quien le dije que hiciera lo mismo que hace cuando produce el pan corriente, solo que a mitad de proceso, cuando se encontraba mezclando los diferentes productos, introduje la porción de azúcar que estimé conveniente y que provoco una mirada de sorpresa de parte de quien mezclaba.
Tanto Ilen como Mirina, se mantuvieron con rostros expectantes durante todo el proceso, especialmente esta última, que se la pasaba caminando de un lado a otro ("Me recuerda la imagen clásica del hombre esperando cuando su esposa está dando a luz"), pues las expectativas de "lo mejor que vas a probar", "la cosa más dulce y deliciosa del mundo" y "es tan delicioso que me vas a querer besar", que pregoné antes de comenzar a cocinar, la dejaron en un estado casi paranoico a la espera del producto final.
Mientras los panes se encontraban en el horno, comencé a preparar la salsa secreta, para lo cual hice uso de la preciada azúcar y un poco de leche fresca. Primero vertí la leche en una olla de cobre y la puse al fuego hasta que hirviera, luego comencé a verter el azúcar lentamente mientras revolvía la mezcla, haciendo que se disolviera por completo. Al cabo de varios minutos de mezclar, mientras el agua de la leche se evaporaba, terminé con una pasta espesa de color marrón, o como yo solía conocer, "manjar de leche".
— He aquí el néctar de la salvación — Dije, mientras lo protegía celosamente de los ojos de una cada vez más ansiosa Mirina.
Siendo una ocasión especial y porque realmente quería impresionar a las mujeres presentes, decidí poner la guinda sobre la torta (metafóricamente hablando) y preparé algo adicional. Comencé con un par de huevos, que hábilmente partí y separé la clara de la yema, un proceso que sorprendió bastante a Ilen, principalmente por la solidez de mis movimientos. Vertí las claras en una olla, para luego con un tenedor, comenzar a batirlas enérgicamente mientras vertía azúcar de poco en poco, al final, el resultado fue un dulce y exquisito betún de huevo.
A esa altura, el ánimo de Mirina comenzaba a ser molesto, por lo que terminé corriéndola de la cocina, casi a la fuerza porque no se quería ir.
Una vez horneado los panes, los retiramos y dejamos enfriar por unos minutos. Al cabo de dicho tiempo, los abrí a la mitad con un cuchillo, unte generosamente manjar dentro para luego taparlos y finalmente los cubrí con una capa de betún. El resultado visual dista mucho de los dulces de mi mundo, principalmente por el color del azúcar morena, pero a primeras vistas son bastantes apetitosos y el olor es increíble.
Ilen preparó un poco de leche caliente, pero cuando estaba a punto de agregarle miel, la detuve y en vez de eso le agregue un par de cucharadas de azúcar a cada taza. A esa altura ya no quedaba casi nada de azúcar, pero por ser el estreno del producto, decidí apostarlo todo por la primera impresión de las mujeres, aunque la bomba de azúcar las deje hiperactivas.
"Eso me recuerda que no es bueno comer mucha azúcar antes de dormir, puede causar pesadillas... Y las pesadillas no son buenas"
Luego de comprobar que el sol aún estuviera en el cielo, sugerí que compartiéramos las delicias en el living, al calor de la chimenea, a lo cual ambas mujeres accedieron.
Mientras ambas se encuentran sentadas, una más expectante que la otra, hago mi entrada con charola en mano y mi mejor sonrisa;
— Queridas, ¿están listas para una de las mejores experiencias culinarias de sus vidas?
— Si, si, si, si... Quiero, quiero, dame, dame.
Una Mirina con los ojos enfocados únicamente en la charola, me deja bastante claro que ya no aguanta más.
— En verdad me tienes intrigada. — Me comenta Ilen. — El proceso es lo que más me ha llamado la atención y me gustaría preguntarte bastantes cosas, partiendo por ¿cómo aprendiste a hacerlo?
Ilen no se viene con juegos, es tan perceptiva como siempre, aunque la verdad es que preví que comenzaría a hacer preguntas, después de todo, el proceso verdaderamente sale de la nada;
— ¿Me creerías si te digo que lo leí en un libro?
— ¿Y tú crees que soy tonta? - Responde sin dudar.
Su contra respuesta es contundente y viene junto con una mirada aguda.
— A su debido tiempo Ilen, por ahora a disfrutar. — Trato de desviar la atención.
Le entrego la taza de leche caliente y luego hago lo mismo con Mirina. Esta última comienza a probarla bastante apurada, dando un sorbo que termina quemándole la boca;
— Kiiiiiiii, está caliente... Pero esta bueno, es increíblemente dulce... Ughhhhhhh.
Debo decir que las reacciones de Mirina son predecibles, pero no deja de sorprenderme su amor por las cosas dulces;
"Probablemente se coma la azúcar pura si me llego a descuidar"
Mientras Mirina se retuerce de dolor y placer, Ilen degusta tranquilamente su taza de leche, da sorbos pequeños y al final de cada uno, una sonrisa ilumina su rostro, es increíblemente hermoso y a la vez hipnotizaste.
Antes de que terminen su leche, especialmente porque Mirina pareciera perder el control en cualquier segundo, entrego a cada una un pan dulce y me siento expectante a observar lo que está por suceder.
La primera en probar es Mirina. Increíblemente se dedica por unos segundos a analizar el pan, lo observa detenidamente, lo huele y medita por unos segundos ("¿Qué estará pensando esta loca?"), luego, con una pequeña mordida, le da la tan esperada probada. Lo que sucede a continuación es digno de una caricatura, su rostro comienza a ponerse rojo, sus ojos se abren completamente y lágrimas comienzan a salir de ellos, luego da una segunda mordida, esta vez contundente, dejando manjar y betún embarrado en sus labios. Las lágrimas siguen cayendo, no obstante su rostro es sereno, como si se encontrase en paz, algo parecido a alguien que encontró la iluminación y nada a su alrededor importase. Entre mordida y mordida, da un sorbo de leche, con movimientos lentos y seguros, perecido a un ritual practicado por un experimentado monje, nada es descuidado, ningún movimiento innecesario.
— Mirina, me estas asustando — digo, mientras observo la bizarra escena.
— Pareciera que se ha roto — Complementa Ilen, con su pan aún intacto en sus manos.
Lejos de reaccionar, Mirina simplemente continúa y termina su comida tranquilamente, luego aparta la taza y se sienta en el sillón nuevamente. Con rostro sereno, se mantiene ahí, impávida, sin que nada la haga reaccionar, una mirada completamente serena, observando directamente el fuego de la chimenea, como buscándole un significado a lo que acaba de experimentar.
— Creo que enloqueció, dejémosla tranquila.
Ante mi afirmación, Ilen asiente y observa el pan, aún intacto en sus manos. Lejos de realizar un ritual como el de Mirina, simplemente lo muerde, dejando que la magia ocurra y los sabores invadan su paladar. Puede sonar demasiado perceptivo de mi parte, pero ciertas veces, el rostro de Ilen es como un libro abierto de emociones, sus mejillas sonrojadas, su mirada de sorpresa, la imagen de alguien abrumado por algo demasiado estimulante, son sólo la punta del iceberg del arcoíris de imágenes frente a mis ojos. No es la reacción extraña de la actual Mirina, ni una sobre exagerada, lo que destaca por sobre todo es la mirada fija sobre mí, una mirada llena de preguntas, que quieren respuestas claras y no mentiras.
"Creo que al final de todo esto, algo se me va a tener que ocurrir para dejarla satisfecha, me estoy jugando su confianza"
No siendo capaz de terminar el pan por completo, Ilen termina de beber la leche, en un claro intento por bajar el abrumador dulzor de su boca, luego limpia sus labios con un pañuelo, respira hondo y se dirige a mí;
— En verdad que era tan asombroso como decías, tan asombroso que las dudas no dejan de surgir en mí, dudas que estoy segura que no planeas responder ahora mismo, ¿estoy en lo correcto?
"La verdad es que no planeo esconderte mis secretos, pero tengo que ser cauteloso a la hora de revelarlos"
Mi cautela no me deja ser arrebatado a la hora de hablar de mi vida pasada, por lo que me apego a mi plan de ser progresivo cuando comience a revelar información. Sin aún haber probado mi pan, respondo a la aguda mirada de Ilen, con una serena y resignada, doy un sorbo de leche, preparo algunas ideas en mi mente y me dirijo a ella con seguridad;
— Ilen, en verdad quie...
— ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!!!
Soy interrumpido entonces, abruptamente, por una inestable Mirina, que por alguna razón acaba de salir de su letargo. Con sus manos en la cabeza, comienza a temblar, mientras se queja por alguna razón, me mira fijamente, puedo ver los ojos de una bestia en su mirada, relamiendo sus aún manchados labios, al tiempo que se acerca lentamente hacia mí. Cuando se encuentra lo suficientemente cerca, extiende sus manos hacia mi pan, que hasta ahora ha permanecido intacto (Si bien hicimos bastantes, sólo alcanzó manjar y betún para tres). No me atrevo a interrumpir su avance ("Es tan adorable, perturbador y aterrador a la vez"), pero cuando se encuentra sólo a centímetros de tocarlo, una voz clara y firme la detiene;
— ¡Mirina!, ¿qué crees que estás haciendo? - Dice Ilen hacia una ahora paralizada Mirina.
Así, sin saber qué hacer ni que responder, la acongojada niña alza su mirada y encuentra sus ojos con los míos. Puedo ver claramente como las lágrimas comienzan a formarse, como pequeñas y brillantes joyas, en la parte más interna de dichos ojos. Su respiración se vuelve entrecortada, como prediciendo el llanto, sus manos tiemblan y su boca aún manchada, dan una mezcla extrañamente perturbadora, causándome sentimientos bastante mezclados. En un principio trato de ignorarla, pero al ver como las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas y como hábilmente trata de perseguir mi mirada para provocarme lástima, comprendo que estoy en una situación sin salida, después de todo fui yo el que la dejó en este estado.
— Está bien, ridícula, toma el mío — digo, mientras le entregó mi pan.
Ella asiente alegremente, primero limpia sus lágrimas, me agradece con una respetuosa reverencia y toma el pan, para luego ir a su lugar a devorarlo lentamente. La imagen de su actuación tan desesperada, me hace confirmar más aún la debilidad de esta niña por los dulces;
"Posiblemente sea la mejor manera para apaciguarla cuando se enoje conmigo"
— Estas consintiéndola demasiado. — Dice Ilen, interrumpiendo mis pensamientos.
— Quizás, ¿pero me vas a negar que es adorable cuando roga de esa manera?
— Ese no es el punto, el problema es que se va a acostumbrar a obtener todo de esa manera.
Luego de esas palabras, Ilen toma el pan que no logró terminar y lo acerca a mí;
— Toma, ni siquiera pudiste probar tu creación
— Gracias, te lo agradezco — Respondo, mientras acepto el generoso gesto.
Al final, logre probar el producto final, pese a haber degustado cada componente de manera individual, debo decir que es bastante delicioso, la apariencia deja que desear, respecto a mi imagen desde el otro mundo, pero cualquiera que lo pruebe, estoy casi seguro que le va a gustar y va querer más.
"Quizás esta, es la tan esperada mina de oro que buscaba"
Parte 2
Unos días después de que probáramos mis exquisitos dulces, habiendo comprobado la calidad del azúcar producida, decidí que era el momento de sacar provecho de mi invención (aunque realmente no sea mi descubrimiento, sino de alguien de mi otro mundo). Primero, opte por discutirlo con Ilen, al calor de la chimenea, durante una de nuestras usuales charlas, antes de irnos a dormir.
— ¿Piensas que los panes que hicimos el otro día tienen potencial para ser vendidos? — Dije, mientras ella tejía una prenda de ropa para Eli.
— La verdad es que el sabor es increíble, sin duda que sería un producto exitoso. — Respondió, mientras continuaba tejiendo, sin voltear la mirada en ningún momento.
No pude ver ningún cambio en su rostro al presentarle el tema, como si no fuera algo realmente importante y dejándome con un poco de inseguridad. Un momento de silencio ocurrió entonces, el único sonido en el ambiente era el de la madera ardiendo y los palillos de Ilen que continuaban moviéndose.
— ¿Qué te parece entonces si lo vendiéramos en el mercado del pueblo? — Termine por sugerir, cuando me decidí por fin a hablar.
Ilen dejó de tejer, agarró la taza de té que estaba sobre la mesita junto a su sillón, tomo un sorbo de manera tranquila, y luego de dejarla donde estaba, me miró para responderme;
— La verdad es que he meditado sobre ese asunto desde entonces, desde el momento en me lo diste a probar. Es un excelente producto, nunca antes visto, creo. Y realmente si se vendiera, sin duda que sería un éxito rotundo, pero...
— ¿Pero?
— Pero el tema es como hacerlo un negocio rentable. ¿Cuánta de esa arena dulce puedes producir?, ¿alcanzará para hacer suficiente pan?, y si la tienes, ¿Cómo producir el suficiente pan?, ¿tienes el lugar y la gente adecuada?, el horno de la casa no te va a dejar hacer más de 2 kilos por vez, ¿qué planeas hacer al respecto?, ¿vale la pena vender tan poco?, ¿pedirás ayuda a algún panadero? Por lo que veo eres el único con el conocimiento de hacer esa arena, si se filtra ya dejaría de ser algo único.
La avalancha de preguntas me aturde por un momento, no logro encontrar manera de responderlas inmediatamente y simplemente me quedo en silencio. La verdad es que parte de mi pensó en algunas de esas cosas, pero al final, mi entusiasmo termino por hacerme concluir que todo podría ser resuelto en el proceso mismo ("He sido ingenuo"). Al final, después de meditar por unos momentos, decido que debo tomarme las cosas con calma y partir por el principio;
— Emmmm... Entonces quizás lo primero sea asegurar la producción de la arena dulce, la verdad es que creo poder idear muchas más recetas que la incluyan. — Digo, con un poco de duda mezclada en cada palabra.
Ilen detiene nuevamente el movimiento de sus palillos, que había reiniciado durante el silencio incomodo, me mira directo a los ojos, puedo ver claramente como emergen las dudas.
— Me parece una buena idea... Pero eso de "creó poder idear" me sabe a que ya conoces muchas más cosas, ¿cuándo me dirás la fuente de todas esas ideas tuyas? Cada vez que te veo, tengo que auto convencerme que eres solo un niño. — asevera Ilen con tono serio.
No puedo evitar sentirme tentado de decirle toda la verdad, pero por alguna razón, siento que no es el momento apropiado. Como una especie de advertencia mental, salida de quien sabe dónde, presiento que la confianza que tenemos Ilen y yo, aún está en una fase de crecimiento.
— A su debido tiempo Ilen — le respondo, con una sonrisa amplia y lo menos forzada posible.
— Si si claro, siempre dices lo mismo. — reclama, mientras reanuda su tejido.
De ahí en adelante, decido cambiar el tema de conversación y consigo sacar a Ilen de su enfado. Afortunadamente para mí, cuando se mete de lleno en alguna conversación respecto al diario vivir, Ilen de alguna manera remueve todas sus frustraciones y termina olvidando las razones de su enojo.
"Es tan simple de tratar, muy parecida a Mirina en cierto aspecto".
Con respecto al tema del azúcar, decidí que era hora de pensar en grande, pues la cantidad de caña, en su estado silvestre, permite la producción de grandes cantidades de azúcar, sin temer el agotamiento del recurso. Lejos de quebrarme la cabeza respecto al producto final, decidí que lo primero es asegurar una producción constante del dulce ingrediente secreto y después experimentar, hasta encontrar la manera de sacarle el mayor provecho posible.
Considere que el tema más importante es el procesamiento de la caña, pues la molienda manual es un verdadero martirio, que deja los brazos cansados y las manos llenas de callosidades. Lo primero que vino a mi cabeza, es una máquina que haga el trabajo, más específicamente, una prensa mecánica, activada por una manivela y un sistema de engranajes amplificadores de fuerza. Suena complicado, pero es bastante simple y a la vez difícil de fabricar, así que partí por investigar un poco acerca de los materiales disponibles y la realidad local para conseguirlos.
En mi mente, vislumbre engranajes, ejes, palancas y rodillos de metal, todo dentro de una estructura firme de madera, así que el metal vendría siendo la piedra de tope, más específicamente, uno que se pueda fundir y moldear (quizás en moldes de arena). La respuesta más clara a mi pregunta, es el bronce, pues el hierro es casi imposible de fundir con los hornos que he visto hasta ahora, dejándome con la tarea de buscar un lugar donde conseguir la materia prima (a buen precio) y otro donde fundirlo, para darle la forma que quiero ("porque a martillazos, difícil que me hagan un engranaje").
El bronce es una aleación de cobre y estaño, un material bastante fuerte, a la vez que es relativamente fácil de fundir, en comparación con el hierro, posee características mecánicas que lo hacen adecuado para fabricar maquinaria y es posible modificarlo en frío. Afortunadamente, luego de una búsqueda exhaustiva dentro del pueblo, logre encontrar un herrero con un horno capaz de fundir bronce, en cantidades aceptables, además de proveerme el metal a buen precio.
Lo primero que hice, fue diseñar la máquina y dibujar un plano en detalle, un trabajo que me costó cerca de dos semanas ("y debo decir que me quedó bastante bien"), me esmere en hacerla lo más eficiente posible, a la vez que trate de que cada pieza pudiese fabricarse de manera sencilla. Una vez con los planos en mano, recurrí a un excelente artesano que me recomendaron y mande a fabricar todas las piezas que debían ser de metal, en madera a tamaño real. La expresión del artesano fue bastante divertida, al recibir los dibujos tan detallados, pero lejos de hacerme preguntas, me agradeció la manera tan práctica de encargar un trabajo. Al final, el producto terminado por el artesano, es casi idéntico al que dibuje y a con una precisión extraordinaria, sólo tardando alrededor de tres semanas en completar todas las diferentes piezas.
"Aunque, si me pusiera a comparar el trabajo de una máquina vs el del artesano, sin duda que encontraría innumerables fallas".
Recordando mis clases de fundición en la universidad, donde practicamos como hacer moldes para piezas coladas (en ese entonces aluminio), me concentre en fabricar cajas de madera de diferentes tamaños. La particularidad de las cajas, es que tienen que ser en pares y capaces de coincidir entre ellas, ser llenadas con arenas y dejar espacio suficiente para que el objeto en cuestión deje un molde firme ("nada de otro mundo"). El trabajo no fue muy difícil y sólo tarde alrededor de una semana, adicionalmente y para mi suerte, encontré una fuente de arena, ideal para moldear piezas, a sólo un kilómetro de mi casa, siguiendo el camino al oeste, en un terreno abandonado y donde alguna vez habito alguien.
Ya con los moldes preparados y con la jornada de trabajo agendada con el herrero, montamos todo en la carreta y nos dirigimos hacia la fundición. El trabajo fue bastante duro, nos pasamos casi el día completo trabajando, entre molde y molde, fundiendo y vertiendo. Los moldes pequeños fueron particularmente fáciles, pero los más grandes, en especial los que debían formar los rodillos, representaron un esfuerzo adicional, principalmente porque debimos exigir el horno al máximo, para poder producir la cantidad suficiente de metal fundido que pudiese llenar el molde completamente. Cabe mencionar, que decidí que los rodillos de la máquina fuesen de cobre, en vez de bronce, un metal con características antibacterianas y apropiadas para manejar alimentos ("a falta de acero inoxidable"), además de ser más fácil de fundir que el bronce.
Al final de la jornada de fundición, me encontré con las manos llenas de piezas de bronce y cobre, a un módico costo de dos monedas de oro. Un costo bajísimo considerando la cantidad de material utilizado, pero justificado por el hecho de no haber requerido de trabajos adicionales, pues el precio elevadísimo de los trabajos en metal, radica casi en su mayoría por la labor y experiencia del herrero (a excepción claro, del oro y la plata), que imprime un sello único en cada pieza que realiza. Un poco por capricho y para no revelar la naturaleza de mi máquina, opte por llevarme los moldes sin abrir y no fue hasta que llegamos a casa que revele el resultado del trabajo.
El armado de la máquina fue simple, necesitó eso sí, el refinamiento y lijado de la mayoría de las piezas, debido a las imperfecciones propias que se tienen al fabricarlas mediante moldeado, aunque en términos generales, fue bastante poco. Con gran cuidado y paciencia, la máquina poco a poco fue cobrando forma y cada pieza encajó de manera exacta, aunque una que otra hubo que hacerla encajar a la fuerza. Al final, por primera vez en este mundo ("hasta donde se"), nacía la primera moledora mecánica de caña de azúcar.
Rápidamente hice la primera prueba de la máquina, con un poco de la caña almacenada en nuestro nuevo depósito, una inversión que hice de antemano, mientras me encontraba trabajando en la moledora, así como la tarea de recolectar caña que le di a Albert, una de las personas en quien puedo confiar. El resultado fue óptimo, cada tallo de caña introducido fue exprimido casi por completo de su jugo, dando como resultado una disminución dramática del tiempo de producción y aumento de la eficiencia en la obtención de azúcar, llegando a aproximadamente un 11% (o sea, por cada 10kg de caña procesada, se obtienen 1.1 kg de azúcar).
Así, con el trabajo repartido, entre quienes recolectan la caña (de los sectores más alejados y lejos de la vista de extraños) y quienes se dedican a procesarla, nos dedicamos simplemente a obtener toda la azúcar que pudiéramos. Mientras tanto, me dedique a quebrarme la cabeza pensando en algo que pueda fabricar y que le saque el máximo provecho al dulce milagro.
Me imagine toda clase de recetas, postres, galletas y cuanta cosa recordara que tiene azúcar, pero siempre había algo faltante, algo demasiado caro o simplemente me es imposible de replicarlo ("porque no sé cómo hacerlo"). Entonces, cuando me encontraba dándome de cabezazos contra la pared (literalmente), durante una de mis tantas secciones de meditación en el living, note que alguien estaba haciendo ruido en la cocina, como un roedor hurgando en la comida. Al acercarme sigilosamente a observar que pasaba, como sacado de una tira cómica, ahí estaba, con las manos hundidas en el jarrón de azúcar, que deje a mano para cocinar, aunque por precaución, en un lugar que sólo yo conocía. De alguna manera lo había hallado y se encontraba comiéndose el azúcar directamente, a bocanadas.
Por unos instantes pensé en darle un buen golpe en la cabeza, con un enorme cucharón de madera, que divise sobre la mesa de la cocina, pero en vez de eso, simplemente me quede mirando la cómica escena. No fue una imagen completamente caricaturesca, ni tampoco de desesperación, al contrario, pues mientras más atención ponía, comencé a notar lo intrigante de sus acciones. Delicadamente introducía su dedo índice y anular dentro del jarro de arcilla, mientras con su lengua, relamía sus carnosos labios rosados, brillantes por el caramelo, luego, cuando sus dedos volvían con la preciada mercancía, primero los lamia lentamente, desde la base hasta la punta, con una expresión de éxtasis en sus ojos y mejillas sonrojadas. Habiendo suspirado por el placer de tal dulce lamida, introducía ambos dedos dentro de su boca, mientras podía notar como su cuerpo temblaba y sus ojos se cerraban soportando el placer.
"Es imposible no excitarse viendo una cosa como esa".
Me quede hipnotizado observado mientras ella comía, mis ojos devoraron cada acción y expresión que realizó, como una danza mística, seductora y de alguna forma prohibida. Mi trance logró durar por unos minutos y para cuando ya se había devorado la mitad del frasco, de alguna manera me logre liberar del hechizo, la golpee en la cabeza con el cucharón y le quite la azúcar.
— Noooo, mi tesoro... — se quejó, mientras extendía sus manos hacia mí.
— No seas tonta, te vas a enfermar si comes tanto.
Al tiempo que me deleitaba por la manera de rogar de Mirina, comencé a pensar que quizás mi enfoque en el producto para vender, es demasiado complejo, en la línea de que a lo mejor, la mayor de las simplezas es lo mejor. Mientras divagaba, metí la mano en la azúcar y le di una buena probada, frente a una escandalizada persona que no paraba de rogar. Y como una epifanía, lo vi, la mejor manera de vender el producto (a mi parecer), pues el extremo dulzor del azúcar pura en mi lengua, me recordaron los caramelos que solía comer de niño, esos envueltos en plásticos de colores y que compraba con apenas una moneda, en la tienda de la esquina.
"¿Cómo no lo vi antes?, es tan obvio".
Me golpeaba la frente, mientras pensaba el tiempo que perdí en cosas demasiado complejas, cuando lo obvio estaba en mis narices. Tome el jarrón de azúcar, vertí un poco en la mano de Mirina, ella por supuesto se puso contentísima y luego me retire a planificar lo que tenía que hacer.
No me demore mucho en dar con la receta perfecta, simplemente opte por hacer el mismo proceso que antes utilicé para hacer manjar de leche, sólo que esta vez, con la adición de yemas de huevo, mantequilla y aceite, la idea es cocinarlo hasta que quede casi como una pasta. El producto buscado es el famoso y antiguo dulce casero, el Dulce de leche.
Realice bastantes experimentos a pequeña escala, todos con la intención de buscar la proporción perfecta y de alguna manera estandarizar el producto, o sea, que siempre tenga el mismo sabor. Luego de unos días de experimentación y ya con la fórmula seleccionada en mis manos, decidí realizar la primera prueba de control.
Para la primera prueba, utilicé:
- 4 litros de leche.
- 1 kilogramos de azúcar.
- 4 yemas de huevo.
- 200 gramos de mantequilla.
- 2 cucharadas de aceite vegetal.
Preparándome de antemano para mis experimentos, adquirí la balanza más precisa que pude conseguir, durante uno de mis viajes a Girelia, que cuenta con un completo juego de pesos graduados, desde los 10 hasta los 100 gramos, capaz de pesar hasta masas de 10 kg con bastante precisión.
Con respecto a los productos utilizados, encontré que la mayoría es bastante accesible, partiendo por la leche, que resulta bastante abundante en este pueblo, por lo que sólo debo intentar llegar a un acuerdo con los proveedores y asegurarme una producción diaria exclusiva. El huevo lo producimos nosotros, la mantequilla se obtiene en el mercado a buen precio y el aceite se puede comprar, desde medio litro por 1 moneda de bronce, hasta enormes jarras de casi 5 litros por solo 8 monedas de bronce. El aceite tiene la particularidad de que es usada tanto como alimento, así como combustible para las lámparas.
Una vez mezclados todos los ingredientes en una olla, simplemente se hace hervir la mezcla a fuego constante, revolviendo suavemente, aunque el tema complejo, o mejor dicho molesto, es que hay que estar moviéndola por aproximadamente 2 horas, hasta que quede como una pasta.
Dispuse un pequeño molde de madera que construí, de aproximadamente 10x10x2 centímetros, el cual cubrí con un trozo de tela fina y humedecida en aceite, con la finalidad de que el dulce no se pegue a la madera. A continuación, vertí la mezcla espesa en el molde y con una espátula de madera, la esparcí por toda el área hasta dejarla plana, el resto fue sólo esperar.
El resultado final, fue una enorme tableta de dulce de leche, con una textura entre suave y dura a la vez, así como un peso total obtenido de aproximadamente 2 kilogramos. Dividí la tableta en 100 pequeñas partes, con la ayuda de un cuchillo, quedando como pequeños caramelos de tamaño bocado, muy parecidos a los dulces comerciales de mi anterior mundo.
"Jojojojo, soy el dios de los dulces"
Reuní todos los caramelos en un jarrón de cerámica y me fui donde Ilen y Mirina, quienes me aguardaban desde que comencé a hacer los dulces.
***
Cuando estoy ingresando, no puedo impedir que una parte de mí se sienta nervioso, ambas están sentadas en los sillones, bebiendo una taza de té cada una, Ilen como siempre tejiendo algo para Eli, es la más cercana al fuego de la chimenea y solo paz puede percibirse al observarla ("Siento que ni siquiera quiero molestarla"). Mirina, por supuesto, es la más nerviosa, al verme entrar su rostro se ilumina y sus ojos van directamente hacia el jarrón en mis manos, mientras Ilen simplemente bebé de su taza de té y aparta el tejido en el que trabaja, para poder ponerme total atención.
— Bien, damas, ¿qué tal un pequeño dulce?
Acerco el jarrón hacia Ilen, quien primero observa detenidamente el contenido, para posteriormente clavar su mirada hacia mí, como diciendo "¿qué es esto?", a lo que sólo respondo con una sonrisa. Luego toma uno de los caramelos, delicadamente como es usual en ella, para simplemente olerlo y quedarse observándolo.
"¿Tan extraño es?"
— Ilen, simplemente ponlo en tu boca y deja que se deshaga lentamente.
— Se ve bastante pequeño, pero bueno, al menos huele bien. — Dice, para luego poner el pequeño bocado dentro de su boca.
La expresión del rostro de Ilen, cambio dramáticamente, a medida que movía dentro de su boca el caramelo, algo salido fuera del mundo que conozco hasta ahora, describirlo es difícil, pues es como si se estuviese fundiendo del placer. Mis ojos se encendieron por tales transparentes emociones, pero antes de poder disfrutar de sus sorprendentes expresiones, debo lidiar con quien me jala mi camisa constantemente, a la vez que solloza mientras hace muecas de angustia.
— Toma, si no me he olvidado de ti, con moderación eso sí. — Le digo a Mirina, mientras le hacerlo el jarrón a su alcance.
Obviamente, no fue para nada delicada, al tomar un puñado de caramelos y comenzar a comerlos sin hesitación. El rostro de Mirina es mucho más expresivo a la hora de demostrar su placer y esta vez no fue la excepción, ya desde el primer bocado, no hizo sino cerrar los ojos y desplomarse en el sillón, suspirando ante cada movimiento del caramelo en su boca.
Por mi parte, tomo uno de los caramelos y disfruto de ese dulzor tan familiar, que a la vez causa una gran nostalgia dentro de mí. Mientras observo a ambas mujeres concentrarse en el pequeño gran placer dentro de sus bocas, no puedo evitar volver a percibir la diferencia entre nuestros mundos y en como algo tan simple, aquí puede tener tanto poder;
"Verdaderamente, el más grandes de los poderes es el conocimiento"
Rápidamente soy sacado de mi fugaz reflexión, pues la mirada de Ilen se concentra nuevamente en mí. Sus ojos están húmedos, como si hubiese o estuviese a punto de llorar, con una expresión risueña y con muestras claras de cansancio, su boca húmeda, además de la imagen de su lengua repasando sus delicados labios, me golpean fuerte en mi corazón;
"Diablos mujer, no me mires de esa manera, si tuviera libido ya estaría delirando por ti"
Note de inmediato, como mi reacción de sorpresa hizo que ella entrar en pánico y apartara su mirada, para luego esconder su rostro entre sus manos, como una niña avergonzada.
— Estas bien Ilen, ¿deseas otro?
— N-No, estoy bien, quizás después. — Responde, con voz temblorosa y su rostro aún cubierto por sus manos.
— Me parece que este último experimento fue mejor que el anterior, ¿qué opinas, te parece de alguna forma, impactante?
Mi voz claramente deja entrever un espíritu juguetón e Ilen simplemente opta por soltar una pequeña risa y sacar un pañuelo, con el que limpia sus ojos y boca. Una vez con el rostro compuesto, vuelve a clavar sus ojos en mí, esta vez con una mezcla de serenidad y duda;
— Debo decir que estoy sorprendida, esta vez no tengo palabras para describir lo que has hecho, simplemente me voy a quedar con las incontables dudas que tengo, porque se bien que no me vas a decir como lo hiciste.
Simplemente no puedo evitar sentirme mal, todas las veces que me dice que le escondo algo. Realmente no me gusta mentir, por lo que el impulso de contarle todo, emerge cada día con más fuerza, pero como siempre, debo cambiar de tema;
— Dime Ilen, si fueras un potencial comprador de este producto, ¿pagarías una moneda de cobre por el pequeño dulce?
— Sin duda, es bastante delicioso y dura por varios minutos si lo mantienes en la boca, el efecto es relajante, lo vale con creces. — Responde de inmediato y sin ningún ápice de duda.
— Ya veo... Y que dirías si te digo, que sólo gaste una moneda de bronce en hacer 100 de estos, sin considerar la arena dulce.
— Pues diría, sin lugar a dudas, que has encontrado el negocio perfecto.
No nos demoramos mucho en sacar algunos cálculos, que daban a entender las utilidades que podemos obtener vendiendo esto, añadido el hecho de lo compacto, lo duradero y lo fácil de fabricar, no pude evitar llenarme de una enorme emoción;
"Creo que está a punto de nacer mi carrera de comerciante de dulces"
Por cierto, esa misma noche, Mirina arrasó con casi la mitad de los caramelos que hice, causando que se revolcara de angustia, por las pesadillas que tubo mientras dormía.
***
Habiendo finalizado la etapa de desarrollo del producto, el famoso dulce de leche, comencé a pensar y me encontré con la pregunta de ¿cómo hacemos funcionar esto?, no soy un genio de las finanzas ni un especialista industrial, pero no puedo evitar el querer buscar el camino más eficiente para lograr el éxito. Medite durante un tiempo prudente y después de pensar en varios caminos a seguir, concluí que el camino más conveniente es producir un stock considerable de azúcar y realizar algunas pruebas de venta en el pueblo, pues si bien el producto puede ser atractivo en cualquier lugar, mi mercado objetivo son las ciudades, donde la cantidad de mujeres y niños, con dinero, sea elevada (Girelia debe tener cerca de 60.000 habitantes). Es sólo una corazonada mía, ya que si bien, no conozco como irán a reaccionar las personas de este mundo, de donde vengo, lo niños y las mujeres son los más afines a disfrutar de los dulces, especialmente el chocolate ("Lástima que no tengo idea de dónde encontrar el famoso cacao").
Mientras me encontré experimentando con las diferentes recetas, quien se encargó de producir la preciada azúcar, fue Albert, quien para mi sorpresa, ha sido capaz de reunir y moler una gran cantidad de caña, con la ayuda de Mirina y su esposa. Le he confiado el secreto para producir el azúcar, principalmente por recomendación de Ilen, quien me recalcó la honradez del hombre y su total respeto a la familia desde que ha vivido en este lugar, mucho antes de que yo naciera. El resultado al final, ha sido bastante prometedor, pues han sido capaces de procesar, en promedio, cerca de una tonelada de caña diaria (Aunque varía enormemente lo que se produce día a día, habiendo veces en que no se hace nada y otras en que se procesan hasta 2 toneladas), material para producir cerca de 100 kilogramos de azúcar sólida. Además, para el proceso de cristalización (cuando se forman los cristales dentro del líquido concentrado), se tuvieron que comprar enormes vasijas de arcilla, con capacidad de casi 100 litros, así mismo, se adaptó una de las habitaciones de la casa para el almacenamiento, tanto de estas, como de los jarrones con el producto terminado.
Sin realizar cálculos, estime que un stock adecuado de azúcar debería ser de un par de toneladas, para permitirme trabajar un buen tiempo, aún si no puedo producir más, así que dedicamos un mes completo a la producción, al mismo tiempo que comencé a fabricar moldes para los caramelos, prepare una cocina especial para su elaboración (Una cocina hecha de roca y ladrillos, capaz de soportar 4 ollas de 10 litros, ubicada en un pequeño galpón, junto a mi taller), adquirí todas las herramientas necesarias y asegure la compra de leche a buen precio con uno de los productores locales. Así, al cabo de dicho mes, me encontré listo para empezar a producir, un poco exhausto por todas las preparaciones, pero con cerca de 3 toneladas de azúcar en mi poder y con toda la infraestructura para empezar a producir los caramelos.
Me propuse llevar a cabo una pequeña producción para el primer experimento de venta, 1100 unidades de caramelos, 100 para regalar y el resto para vender. Para el proceso utilice 44 litros de leche y 11 kilogramos de azúcar, aparte de otros tantos kilogramos de los demás ingredientes. El proceso de fabricación fue lento como siempre, pero esta vez, al contar con 4 ollas simultáneamente, se pudo fabricar 16 kilogramos de caramelo por vez, logrando terminar en aproximadamente 7 horas. 
El porqué de mi percepción precisa de la hora, radica en la existencia de un reloj de sol que fabrique en el patio de la casa, producto de mi necesitad de cuantificar el tiempo, algo que no dejaba de perseguirme y herencia de mi antiguo mundo.
Una vez con todos los caramelos producidos, cortados y almacenados en pequeños jarrones, simplemente quedaba prepararse para el momento de la verdad. Decidimos hacer uso de la confianza con uno de los vendedores de huevo, al que siempre proveemos, para poder utilizar un pequeño espacio dentro de su puesto en el mercado del pueblo. Su relación con Albert es de "buenos amigos", así que este último se encargó de agendar el día para poder recibirnos.
Parte 3
Es un día soleado en el pueblo de Sunen, con excepción de unas pequeñas nubes que merodean de cuando en cuando, el cielo azul augura una tarde agradable, mientras la gente comienza a reunirse en la feria central. Los comerciantes preparan sus mercancías, algunos gozan de espaciosos lugares que han decorado con enormes carpas de genero resplandeciente para cubrirse del sol y hacen gala de hermosas estanterías de madera pulida, un claro indicio de su estatus y calidad de sus productos, mientras otros simplemente se conforman con rústicos y pequeños puestos, cuya única decoración recae en el color intenso de sus vegetales ya dispuestos para vender.
La gente comienza a aparecer tímidamente, pues es muy temprano, el sol brilla intensamente, pero no fue sino hace quizás una hora que emergió de su letargo nocturno. La temperatura aún es baja a pesar de lo radiante del ambiente, se puede ver a los transeúntes calentar sus manos con el aliento de su boca y algunos vendedores disfrutar de una taza de té caliente. Pese al frio, el ánimo es bastante bueno, la feria es el gran representante de la abundancia de estas tierras y mientras haya producción, habrá comida a buen precio y todos serán felices.
Casi al principio del mercado, por la entrada oeste del pueblo, se encuentra el puesto del "gran Utter", personaje conocido dentro del mercado, por su gran personalidad, su peculiar manera de cantar sus productos a todo pulmón y por la gran cantidad de huevos que acumula en forma de montaña, en su nada pequeño anaquel de madera.
En aquel puesto de huevos, es usual ver a Utter con su esposa y quizás uno de sus hijos, pero esta vez, hay unos invitados desconocidos. Resalta la rojiza cabellera de una hermosa niña de aproximadamente 12 años, vestida con un atuendo simple, compuesto por un vestido verde de una pieza, largo hasta las rodillas, una bufanda de color azul y una cinta verde que ata su largo cabello como cola de caballo. A su lado, un jovencillo de no más de 8 años, de cabellera castaña y mirada aguda, que pareciera observar analíticamente el lento despertar de los negocios a su alrededor.
Ambos personajes perecieran estarse preparando para algo. Mientras la niña limpia un pequeño espacio en una de las esquinas del puesto de huevos, el niño remueve de entre una caja de madera, unos pequeños jarrones de cerámica tapados con trozos de género blanco y atados delicadamente con cintas de color rojo. La niña es particularmente agraciada en su forma de trabajar, su sonrisa delicada y su ánimo radiante, no dejan de llamar la atención de los aún escasos transeúntes que comienzan a deambular por la estrecha calle, mientras se deleita a si misma con el tarareo de una conocida canción de amor. Particularmente los jóvenes, que usualmente vienen diariamente a comprar huevos, no pueden evitar mirar de reojo a aquella belleza, que aunque joven, despierta ese instinto inherente de querer mimarla y protegerla, aunque a veces se encuentren con la mirada penetrante del jovencillo junto a ella.
Detrás de ambos niños, una mujer pareciera encargarse de cuidarlos, de cabello negro y mirada seria, emana un aire de compostura y dignidad, como una madre atenta, a la vez que deja a sus niños vender el producto que hasta ahora es desconocido. Sentada junto a la esposa de Utter, observa de tanto en tanto los movimientos de los niños, mientras se distrae con el tejido en sus manos y charla con sus anfitriones, agradeciendo constantemente por el favor de prestarles el pequeño espacio, con el fin de vender su producto.
Una vez el espacio está limpio, la niña cubre el área con un trozo de género fino, blanco e inmaculado, para que luego el niño ponga uno de los jarrones y una enorme bandeja de madera. Cuidadosamente retira la cubierta del jarrón y comienza a poner, uno a uno, lo que parecen ser unos pequeños cubos marrones, de no más de 2 centímetros de ancho. A pesar de que hasta ahora ambos han trabajado juntos, la actitud del jovencillo comienza a cambiar, a medida que la bandeja comienza a llenarse, puede sentirse la mirada de recelo de él hacia la niña, mientras ella por su parte, lo mira con rostro acongojado, alternando entre los ojos de su compañero y el platón, como diciendo claramente cuál es su intención.
Habiendo dejado todo preparado, el jovencillo cubre la bandeja con un pequeño mantel y se dirige a la deprimida niña, que yace sentada en un banquillo junto a él;
— Bien, todo está listo, ahora sólo queda esperar que aparezca más gente. Vamos, no te deprimas, cuando lleguemos a casa te preparare algo dulce como recompensa. — Le dice suavemente, mientras le acaricia la rojiza cabellera.
Ella le responde con una tímida sonrisa, cierra los ojos y reposa su cabeza sobre el pecho de su compañero. A pesar de que trata de parecer firme, el rostro del niño comienza a enrojecerse y por un instante pareciera como si fuese a perder la compostura, mientras continúa acariciando la cabellera de la niña.
Pasan los minutos y el ambiente comienza lentamente a cambiar dentro del mercado, la cantidad de personas aumenta progresivamente, los comerciantes comienzan a cantar a viva voz sus productos, el bullicio de las conversaciones, los regateos, vendedores ambulantes aparecen por entre medio de la calle pregonando desde alimentos a bebidas frescas, entre otras cosas. Pero los niños no parecen moverse, ambos se quedan simplemente sentados detrás de su pequeño espacio, la niña tarareando mientras juega con una pequeña cuerda entre sus manos y por su parte el niño, simplemente observa a la gente que pasa frente a él, como buscando algo en particular dentro de la creciente muchedumbre.
El mercado de Sunen es un punto vital dentro de una extensa área productora al sureste del reino, recibiendo gente de variados pueblos y aldeas a la redonda, que vienen tanto a comprar como a vender productos. Por su cercanía y conectividad con la ciudad de Girelia, es común además, ver transitando tanto mercaderes como personas de allí, que vienen a abastecerse de productos agrícolas o simplemente les encanta comprar en los mercados de pueblo, como es el caso de algunos nobles afines a recorrer la región en busca de cosas interesantes.
Habiendo pasado cerca de una hora, desde que se sentaron ambos niños a esperar, el dinamismo del mercado pareciera estar en su apogeo, con la calle llena de personas dando vida al famoso mercado central.
Al comenzar a notar el cambio abrupto en la cantidad de personas, el niño comienza a prestar más atención a su alrededor y se enfoca especialmente en las personas que llegan a comprar huevos. No parece interesado en los hombres ni en las mujeres maduras, al contrario, su mirada se enfoca sucesivamente en jóvenes y niños, pero ninguno de ellos pasa por el puesto de huevos, ni siquiera lo suficientemente cerca como para llamarlos entre tanto bullicio. Cuando el rostro del niño comienza a mostrar signos de preocupación, algo súbitamente llama su atención enormemente, pues una mujer llega al puesto de huevos, de la mano de dos niñas.
— Perfecto, esta es la oportunidad. — murmura el jovencillo, a la vez que jala del vestido de su compañera, que se encontraba ya dormitando por el aburrimiento.
Inmediatamente, la pelirroja despierta de su trance, recibe un breve recordatorio de su compañero y con el mensaje claro de "recuerda lo que practicamos", susurrado al oído por el niño, esta reúne un poco de coraje y se dirige a las niñas que están junto a la mujer;
— M-muy buenos días estimadas clientas, les gustaría probar nuestro exquisito y novedoso producto. — le dice a ambas, mientras señala la bandeja de cubos marrones, al tiempo que su compañero remueve el mantel que la cubre.
— Mmmm, ¿qué es eso? — Pregunta la menor de las niñas.
— Es un pequeño placer para tu boca, que te deleitara con el más grande de los dulzores del mundo, su nombre es "Dulce de leche". — Responde la pelirroja, de una manera un poco forzada y casi cantando.
— Eso no parece leche, ¿de que esta hecho? — Interrumpe la madre de las niñas.
El rostro de la pelirroja se sobresalta levemente, mientras comienza a buscar una respuesta en su discurso predeterminado, pero antes de que el pánico se apoderara de ella, su compañero responde a la pregunta de la mujer;
— Esta hecho con leche y fruta, el proceso es lo novedoso, aunque secreto, adelante, pruébenlo, las primera muestras son gratis.
La madre duda por unos instantes, pero luego de ver los rostros entusiasmados de sus hijas, decide darle una oportunidad al extraño producto marrón. Cada una de ellas toma uno de los extraños objetos y antes de que se los llevaran a sus bocas, el niño las Interrumpe con una sugerencia;
— Les recomiendo que no se lo coman de inmediato, sino que pónganlo en su boca y dejen que se derrita lentamente.
Siguiendo la recomendación del jovencillo, tanto la madre como sus hijas, lentamente ponen los denominados "dulces de leche" en sus bocas. De ahí en adelante, la magia ocurre, pues el rostro de las tres, especialmente el de las niñas, comienzan lentamente a desfigurarse en una gran amalgama de emociones propias de un ser envuelto en el placer. No es exagerado decir, que posiblemente sea la cosa más deliciosa y dulce que han probado en sus vidas, pues a pesar de que las niñas son asiduas a la miel, este sabor muchísimo más intenso y diferente, golpea fuerte en sus sentidos.
Luego de un silencio, para nada incómodo, en el cual el jovencillo se veía claramente emocionado y la pelirroja con rostro de envidia, el primero decide interrumpir el deleite de las mujeres frente a él;
— ¿Y, que les pareció?
Mientras sus hijas están aún pérdidas entre el placer del pequeño dulce, la madre reacciona ante la pregunta, con un pañuelo limpia su boca, compone un poco su rostro y después de un pequeño suspiro, Responde;
— Maravilloso, ¿puedo preguntar cómo se hace? — Pregunta, a la vez que sondea entre las miradas de los adultos del puesto.
— Secreto del fabricante querida clienta, por favor difunda la voz, sólo por hoy una muestra gratis a los primeros 100 clientes. — Responde el jovencillo.
Un poco de decepción se vio en el rostro de la madre, pero se desvaneció al instante al ver el rostro adorable de sus hijas, entusiasmadas por lo que acaban de probar. Luego de escuchar el valor del denominado dulce de leche, a una moneda de cobre la pieza, decidió comprar 3 para poder disfrutaros más tarde.
Así sucesivamente, la joven pareja continuó promocionando su revolucionario producto, atacando a los niños y las jóvenes mujeres, aunque lo hombres se mostraron bastante receptivos también. Luego de probar el pequeño bocado, absolutamente nadie quedó indiferente al grandioso sabor y compraban desde una unidad, hasta 10 en unos casos extremos en donde la persona quedó demasiado fascinada.
Poco a poco la voz corrió por el mercado, al principio principalmente por las muestras gratis, pero luego el puesto se llenó de personas curiosas, que observaban las reacciones de quienes probaban el extraño producto y se veían irremediablemente tentadas a imitarlos. El pequeño circo continuó durante gran parte de la mañana, pero casi llegando al medio día y para decepción de la gente reunida, el producto se agotó, dejando a más de uno decepcionado por no haber alcanzado a probarlo.
Por todo el lugar se podía oír comentarios acerca del famoso "dulce de leche", " Increíblemente delicioso", "No puedo creer lo dulce que era", "Desearía que hubieran tenido más", entre otros. Por otro lado, algunos comerciantes veían con recelo este nuevo competidor, que si bien no les hacia la competencia respecto a sus productos, atrajo la atención de buena parte de la clientela durante la mañana. El único que resulto beneficiado directamente fue el gran Utter, que vio aumentadas sus ventas por la gran cantidad de personas que se reunió por tanto tiempo frente a su puesto.


Habiendo cumplido la misión y con el sol ya en lo alto, indicando el medio día, tanto la pareja de niños como su guardián, comenzaron a empacar sus cosas para retirarse.
— Aki, no te olvides de tu promesa, quiero uno de esos panes dulces para almorzar. - dijo la pelirroja al jovencillo, mientras limpiaba enérgicamente el espacio que ocuparon del puesto.
— No te desesperes, más tarde te preparo algo, recuerda que Ilen tiene lista nuestra comida en casa... Eso me recuerda, que Eli ya debe estar desesperada por ver a su madre. — Comentó el jovencillo con tono travieso y mirando de reojo a la mujer de cabello negro.
— Déjate de decir eso, ella debe estar bien con Amelia... — Responde enérgicamente la mujer aludida. — Aunque quizás ya es hora de darle su comida, ¿me preguntó si se está portando bien?, siempre se enoja cuando no le ponen un poco de esa arena dulce en su puré de manzana... Espero no le dé problemas a Amelia.
— Mmmm Ilen es una buena madre, siempre preocupada. — Termina por comentar la pelirroja, a lo que Ilen simplemente responde con una pequeña sonrisa y un resoplido con la nariz.
Sólo alegría se puede apreciar entre los tres, a medida que limpian y empacan los jarrones ya vacíos, dentro de una caja de madera. Ambas mujeres se ven complacidas por como resultó el día, pero el niño parece ser el más contento con el resultado de la venta, su rostro irradia una gran felicidad, esa que usualmente se ve en los combatientes luego de una gran victoria o de un hombre luego de conseguir el amor de su amada.
— Gran día han tenido, ese dulce verdaderamente es un gran producto. — Interrumpe Utter, al tiempo que los tres ya casi han terminado de empacar. — ¿Van a venir otra vez?, lo de hoy ha resultado bastante bueno para la venta de los huevos.
— La verdad es que no hemos planeado venir otra vez, esto en realidad ha sido un experimento, para ver si el dulce puede ser exitoso en el comercio. — Responde Ilen.
— Bueno, ahora que ya lo saben, deberían poner su propio puesto en el mercado, sin duda que les iría bastante bien.
— Mmmm, a decir verdad aspiramos a metas más ambiciosas y el mercado del pueblo no es lo suficientemente grande. — Agrega el jovencillo.
— Sin duda eres todo un personaje, bastante maduro para tu edad. Ya me lo había comentado Albert, pero conociéndote de cerca no me he dejado de sorprender.
— Digamos que soy especial... Pero pensándolo bien, no estaría mal contar un punto de venta en este mercado, uno no tan grande, quizás alguien podría hacernos el favor de comercializar nuestro producto, a cambio de un porcentaje claro está. — Dice el niño, a la vez que observa directamente a Utter.
El experimentado comerciante comienza a pensar, mientras observa hacia el cielo y acaricia su mentón con una de sus manos, claramente se puede ver que la afirmación del niño le llama bastante la atención. Luego de unos instantes, una mirada de convicción se forma en el rostro de Utter, el cual termina por preguntar;
— Suponiendo que yo sea la persona que eliges, con cuántos de esos dulces puedo contar para vender y cuál es ese porcentaje que mencionaste.
— Te puedo facilitar 2000 unidades semanales, eso sin duda lo puedes vender en uno o dos días, te podría dar más, pero no quiero que la gente se aburra muy rápido al abusar de estos, además que son un poco difíciles de hacer. Con respecto al porcentaje, creo que 20% es un buen número... Si mis cálculos no me fallan, son exactamente 4 monedas de plata en ganancia pura.
Utter no puede dejar de sorprenderse por lo que le dice aquel pequeño niño, que de alguna manera deja de serlo cuando abre la boca. La suma de dinero es bastante atractiva, es lo que usualmente un trabajador promedio gana al mes y lo que el gana al cabo de casi 2 semanas de vender huevos (descontando todos los gastos que realiza e impuestos que debe pagar), pero lo que más le llama la atención, es la frialdad con la que saca cuentas y propone negocios aquel niño. Si no tuviera la apariencia de un adorable jovencillo de aproximadamente 7 o 8 años, creería que esta frente un verdadero monstruo de las finanzas. Pero lejos de dejarse intimidar, con una mirada convencida, decide que no hay ni ha habido un negocio mejor frente a sus ojos y extiende su mano derecha hacia el niño, al tiempo que dice;
— Déjame ser ese vendedor, te demostraré que puedes confiar en mí.
— Espero que hagamos buenos negocios juntos. — Responde el niño, al tiempo que estrecha la mano de Utter, con una amplia sonrisa en su rostro.
La extraña y dispareja escena de ambos estrechando sus manos, no deja de llamar la atención de las mujeres presentes, la esposa de Utter esboza una adorable sonrisa, mientras que Ilen suspira, como acostumbrada a lidiar con las andanzas de su protegido, por su parte la pelirroja muestra un rostro de duda, sin entender claramente lo que sucede a su alrededor.
A partir de este día, se hizo ampliamente conocido el nuevo producto "dulce de leche", despertando interés en la mayoría de las personas y comerciantes, quienes comenzaron a esperar expectantes el día que volviese a aparecer en el mercado.

About Unknown

Magazine Power Theme is officially developed by Templatezy Team. We published High quality Blogger Templates with Awesome Design for blogspot lovers.The very first Blogger Templates Company where you will find Responsive Design Templates.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Sinopsis

Un hombre aparentemente común, cuya vida gira en torno al trabajo y pasatiempos, súbitamente pierde la vida en un trágico accidente. Pero lo que debiera ser el final de una simple historia, se transforma en el comienzo de una gran odisea en un mundo completamente diferente.
Cargado de conflicto, guerras y oportunidades, este nuevo mundo abre los ojos de nuestro protagonista para intentar ser algo que nunca pudo y encontrar quizás respuestas a preguntas que nunca hizo.
¿Qué le deparará?, armado solo con sus manos y la lógica que todos a veces creemos tener.
Ambientada en la era medieval, esta novela nos propone una visión diferente de como un protagonista afronta la realidad de esta peculiar situación, sumergiéndonos en la lógica y la estrategia, así como plasmando muy detalladamente el cómo se desarrollan las batallas en dicha época.




Página de Wattpad:

LINK

 photo Portada 2_zpshfquxial.png

© Todos los derechos reservados

Ads

Copyright © 2015 All Rights Reserved

Blogger Templates Designed by Templatezy