miércoles, 2 de marzo de 2016

Capitulo 6

Posted By: Unknown - 5:08:00
6. El Negocio

Parte 1

Las  cosas hasta ahora han marchado bien, en lo referente a nuestro negocio. Desde ese día que acordamos con Utter la venta de nuestros dulces en el pueblo, todas las semanas sin falta hemos proveído las 2000 unidades, las cuales siempre se logran vender en el mismo día. Sin duda he tomado una buena decisión al usar a alguien para comercializar el producto, porque si bien al principio menosprecie la capacidad del mercado del pueblo, al final me encontré con la posibilidad clara de expandir la cuota para la venta, quizás a 4000 o 6000 unidades, dependiendo de lo que Utter considere adecuado.

Al principio pensé en lanzarme inmediatamente al mercado de Girelia con mis dulces de leche, hasta se podría decir que me encontraba a portas de comenzar una gran producción para ello, pero lamentablemente todo se congeló debido al gran caos general que desató el intento de invasión del reino de Mothem, una situación que nunca pensé experimentar.

Fue bastante sorpresivo eso sí, nadie lo vio venir, sino cuando sólo faltaban días para que el ejército enemigo entrara en nuestra frontera (según estimaciones y rumores de algunos). Reclutadores del reino pasaron por nuestro pueblo, intentando reunir la mayor cantidad de hombres con capacidad de luchar, sin duda el más claro indicio de que la guerra era inminente. Al principio solo eran voluntarios, pero a medida que pasaban los días, los ánimos comenzaron a cambiar, pues al parecer el ejército no lograba reunir la cuota suficiente de soldados, por lo que comenzó un reclutamiento forzoso entre aquellos con edad suficiente para luchar, aunque claramente no estuviesen muy dispuesto a ello. En el proceso por poco terminan llevándose a Albert, de no ser porque logramos sobornar al oficial a cargo con una moneda de oro, que logramos liberarlo de un destino incierto.

Mientras a kilómetros de distancia se preparaban los grandes ejércitos para luchar, nosotros nos preparábamos para una eventual huida, en el caso de que nuestro reino perdiera. No fue sino hasta entonces, que me di cuenta de la realidad de la guerra, con todas sus consecuencias hacia el común de la gente. El miedo se apodero de todos, aumentado demasiado por aquellos que inconscientemente propagaban ideas de que seríamos asaltados por hordas enemigas, que saquearían, incendiarían y violarían, de una manera tan despiadada que hasta el más reacio a moverse, se encontraba ya listo para partir a la menor noticia de derrota. Si bien nunca he sido alguien fácil de asustar, debo admitir que hubo varios días que no pude dormir, pues todos los libros de historia antigua que leí en el pasado, me han dado una real conciencia de lo que el hombre es capaz de hacer en tiempos de guerra.

Nos mantuvimos en constante preocupación por las noticias que llegaban desde la frontera, principalmente de viajeros y algunas personas que huyeron preventivamente de los pueblos más cercanos al potencial lugar de la batalla que se avecinaba. Miedo era lo que reflejaban las miradas de todos los asistentes al concejo municipal, durante la entrega de noticias diarias, práctica usual en tiempos de crisis y situación de guerra. Nadie quería que el reino perdiera la eventual batalla, pero la mayoría estaba con el presentimiento de que el enemigo tenía la ventaja, con todo el tiempo que tuvo para preparase, en contraste con nosotros, que pareciera que nos encontraron con los pantalones abajo. Pese a todo, un gran sentimiento de apoyo y fraternidad se comenzó a sentir en todo el pueblo, incitado en gran medida por los encargados ministeriales y mercaderes, que comprometieron toda la ayuda necesaria en caso de evacuación.

Al final, y pese a los catastróficos augurios, nuestro ejército logró derrotar al enemigo invasor en la batalla de Roment, en lo que según las fuentes más confiables de información, resultó ser una batalla digna de ser recordada en los anales del reino. El enemigo fue aplastado, principalmente gracias a la pericia del célebre comandante Andrés, ahora una estrella adorada por todos, resultando en la destrucción casi completa de dicho ejército y en la firma de un tratado de paz que ahora asegura, al menos temporalmente, la seguridad de nuestra frontera. Poco después llegaron noticias del otro lado del reino, dando cuenta del derrocamiento del rey de Mothem y de su posterior ejecución, bajo el hecho de haber traído vergüenza y derrota a la nación. Una situación que me hizo pensar en la delicada realidad de los monarcas de este mundo ("Si no haces bien las cosas, lo pagas con tu vida").

La noticia más impactante que llegue a saber, fue que tanto mi abuelo Samuel como mi tío Rob, estuvieron directamente involucrados en la batalla de Roment. La noticia llegó por una carta de mi abuela, en la que daba cuenta de la gloriosa participación de mis familiares en la victoriosa batalla, desempeñándose como jinetes en el cuerpo de caballería. Aunque lo que realmente me llamó la atención, fue que mi tío fue el responsable de dar muerte al comandante enemigo, acción fundamental para ponerle fin a la batalla y a la guerra. Debo admitir que un poco de orgullo recorrió mi cuerpo al saber de esas noticias, mezclado con un poco de preocupación, por el hecho de que esta batalla pudo haberme golpeado de una manera mucho más directa de lo que pensaba ("Gracias al cielo que no les sucedió nada. Podrán ser un poco estrictos en su manera de ser, pero les he tomado algo de cariño, especialmente al abuelo"). Obviamente, una celebración se llevó a cabo en honor a los guerreros, donde fuimos invitados, junto a otros tantos familiares y nobles de la ciudad, situación un tanto incómoda para mí, pero que supere simplemente manteniéndome en un bajo perfil y aprovechando para extraerle la mayor cantidad de información a mi abuelo, respecto al transcurso de la batalla y la realidad de esta.

Una vez con la situación más controlada en el pueblo y sin la presión constante de una posible invasión, comencé a respirar tranquilo y a pensar en mis negocios. A pesar de que estuvimos en una situación un tanto turbulenta, el mercado no dejó de funcionar y los dulces se seguían vendiendo bien, obteniendo una gran aceptación, además de atraer la atención de muchos viajeros y comerciantes. Debido a ello, comencé a pensar que quizás lo mejor era dejar que el producto se hiciese propaganda solo e instruí a Utter para que no revelara fácilmente de donde los obtenía, a menos que llegase alguien realmente con una buena posibilidad de negocio, en cuyo caso acudiera de inmediato a mí.

Mientras esperaba pacientemente a que ocurriera algo interesante con la venta de caramelos, comencé a preocuparme un poco acerca de mi hogar, pues con las ganancias que he comenzado a tener, se me hace bastante tentador el incursionar en algunos proyectos, especialmente aquellos que me hagan la vida un poco más cercana a mi antiguo mundo. En primer lugar pensé en un baño, aunque la verdad es que desde hace años que extraño esa gran comodidad, pues ya me tiene aburrido el tener que ir hasta esa alejada letrina, ese agujero en la tierra con una especie de retrete improvisado de madera, con su olor y la sensación, al menos mía, de que si por casualidad algo de fuego cayese por ese agujero, acabaría destrozado por la explosión que se desataría, un miedo mucho más latente de noche, cuando tengo que ir con velas para poder ver.

Tuve una enérgica discusión con Ilen respecto a mi idea de hacer el dicho baño. Ella se mostró bastante incrédula a la necesidad de tal lugar, pero luego de explicarle los beneficios y poco menos que rogarle de rodillas para que me diera el visto bueno ("Simplemente no quería ceder"), pues si bien, técnicamente soy el jefe de la casa, cuando se trata de hacer algo dentro de esta, ella manda por sobre todos los demás, eso lo he tenido claro desde hace tiempo, especialmente si hay algo que pueda poner en peligro a Eli. Y pese a que al final me dio el permiso, me las tuve que arreglar para esquivar las usuales preguntas de cómo se me ocurrió tal idea en primer lugar.

Habiéndome decidido por comenzar el baño, con bastante ingenio ("Y especialmente conocimientos de mi otro mundo") empecé a idear la manera de hacer uno. Primero partí por la parte más difícil, ¿cómo hacer cañerías para el agua?, un problema que afortunadamente logre solucionar, debido a la experiencia que tuve con la fabricación de mi máquina moledora de caña. Siguiendo el mismo procedimiento anteriormente utilizado, mande a hacer una cañería de madera, cilíndrica y lisa, para que una vez fuese replicada, se pudiese unir mediante el uso de otra un poco más ancha y corta, de esta manera no sería necesario la fabricación de algo tan grande, sino sólo de un metro de largo y en grandes cantidades. Posteriormente, una vez con las piezas maestras en mis manos, fabrique varios moldes de una sola pieza, para que una vez estuviesen llenos de arena, simplemente insertaría la tubería de manera vertical, obteniendo el molde listo para llenar de metal fundido. El material elegido para ello fue claramente el cobre, por su flexibilidad y propiedades antibacterianas, además del hecho que era ampliamente usado en mi antiguo mundo, especialmente para el agua potable.

El sistema de alcantarillado que diseñe, consiste básicamente en una gran fosa lo más alejada de la casa, que se conecta a un baño en el primer piso ("Hacerlo en el segundo piso me pareció muy complicado"), mediante tuberías de aproximadamente 15 centímetros de diámetro. Dicha fosa me complicó un poco a la hora de decidir dónde hacerla, afortunadamente nuestra agua potable no proviene de pozo (“Aunque de igual manera está firmemente arraigada la tradición de hervir el agua antes de beberla”), así que no tuve que preocuparme por la filtración de líquidos, pero de igual forma decidí que mientras más lejos de la casa mejor, ubicándola en la cara izquierda del terreno principal, casi a unos 20 metros de la casa. La habitación seleccionada para convertirse en baño fue la de Mirina, la que gustosamente se trasladó a mi antigua habitación en el segundo piso ("Mientras yo me quedó en la que era de mis padres").

Como siempre, el trabajo pesado se lo encargue a Albert, además de contratar un par de personas para cavar la fosa, así que no demoraron demasiado en terminarla, ayudado por el hecho de que el terreno no es muy rocoso. Con la fosa lista, continuamos con el trabajo dentro de la casa, rompiendo prácticamente todo el suelo de madera de la habitación en cuestión y creando el pasaje por donde la tubería tendría que pasar, con la dificultad de que había que darle un mínimo ángulo de inclinación, cercano a los 2 o 3 grados (Para facilitar el desagüe y que no se estancaran los residuos en la tubería). El demás trabajo fue básicamente detalles menores y construirle una tapa de madera bien firme a la fosa, para que nadie cayera por accidente.

Tuvimos que hacer 3 viajes a la fundición para poder fabricar la tubería necesaria para cumplir con la distancia de diseño, aproveche además de conseguirme un poco estaño que posteriormente utilice para soldar las cañerías. El proceso mismo de soldado fue bastante más complicado de lo que pensé en un principio, básicamente porque aquí no existen los sopletes de gas, así que tuve que ingeniármelas para calentar las uniones mediante el uso de carbón. Finalmente, solucione el problema al cavar un pequeño agujero debajo de la tubería, que posteriormente llene de brazas de carbón, con el consiguiente tema aparte de lograr impregnar adecuadamente el estaño en la unión de la tubería, cosa que realmente me fue demasiado difícil y que logre como al décimo intento antes de acostumbrarme ("Aparte de quemarme un par de veces mis manos").

Una vez preparada la infraestructura principal, vino el reto de fabricar el retrete, algo que definitivamente no se puede encontrar en ningún lugar. Experimente durante semanas para darle la forma que recuerdo, a un gran montón de arcilla, afortunadamente gracias a mis brazos y manos pequeñas, pude darle la forma adecuada al conducto interno característico de un retrete moderno. Lo que resultó ser un poco complicado, fue conseguir el esmalte para recubrirlo y que quedase con ese acabado liso y fácil de limpiar, pues hasta donde sé, la cerámica esmaltada es un elemento de lujo, cuyo costo es proporcional a la dificultad de su fabricación. De modo que tuve que visitar, en la ciudad de Girelia, uno de los pocos artesanos de cerámica dedicados al esmaltado, al cual tuve que pagar una buena suma de dinero por la cantidad necesaria para bañar el retrete. Adicionalmente pude consultar sobre los procedimientos locales para el cocido de la cerámica, cosa que replique con un horno de barro, especialmente para la ocasión, que hicimos en el patio trasero.

Otro trabajo que requirió de todo mi ingenio, fue la construcción del tanque de agua para hacer funcionar el retrete, algo que hice usando madera y que me tomó su tiempo prudente, principalmente debido a que tuve que idear de cero el mecanismo para abrir el paso del agua, cosa que al final solucione por una tapa recubierta de corcho y jalada por una soga ("A veces mientras más simple mejor"). Quien utilizase el baño, en primera instancia pondría el tapón, luego llenaría el estanque con agua y posteriormente simplemente jalaría de la cuerda para desaguar el agua junto con los desechos. Para el caso de la orina, considere que utilizar el sistema del estanque es un desperdicio de agua, una simple cubeta directamente haría el trabajo suficiente.

Una vez instalado todos los componentes del baño, cambiado el piso de madera por uno de cerámica simple y habiendo comprobado que el agua fluyera de manera correcta, sólo quedaba probarlo. A simple vista tiene la apariencia de un baño común de mi otro mundo, pero si uno se acerca lo suficiente al retrete, se ve claramente las imperfecciones y las deformaciones, producto del trabajo manual, aun así, lágrimas brotaron de mis ojos cuando pude ver por fin el cuarto terminado. Mi felicidad fue tan grande, que prometí a Albert que me encargaría a futuro de que su casa también contase con uno.

Deje que Ilen fuera la primera en probar el famoso baño ("No quería ensuciarlo antes de las demás lo probaran"), habiéndole explicado bien cómo funcionaba cada cosa y demostrado su funcionamiento con la ayuda de un trozo de pan duro como prueba. Junto a Mirina, esperamos en el living a que Ilen terminara de probarlo, con un claro sentimiento de nerviosismo de mi parte, pues toda aprobación de ella, de alguna manera tiene un impacto muy grande en mi persona (“Casi siento que puede afectar de gran manera mi autoestima”).

Cuando por fin regreso desde el famoso cuarto, Ilen llevaba una muy reflexiva mirada, como habiendo descubierto algo muy sorprendente;

   Tenías de razón en que es bastante útil, es sencillo de limpiar, no está ese olor desagradable e incluso es cómodo... Simplemente no puedo definirlo bien, pero realmente esta vez te luciste Akeel, no dejas de sorprenderme. — Me dijo con una voz que se sintió demasiado satisfactoria para mis oídos.

Posteriormente, Mirina le dio una prueba al baño, luego de recibir las instrucciones de cómo funciona, y pese a que es bastante dura para aprender, no tuvo ningún problema para usarlo correctamente. Su reacción fue un poco más entusiasta, luego de darse cuenta de que ya no tendría que caminar por el patio en medio de la noche para hacer sus necesidades. Me elogió bastante, al punto de darme un caluroso abrazo y un beso en la mejilla, haciendo que valiera con creces el esfuerzo y tiempo que invertí en el proyecto.

Al atardecer de ese mismo día, me tome mi tiempo y disfrute del placer de un buen retrete, de la mano de un buen libro y ese sentimiento tan familiar, que sentí desde el primer instante en que mis nalgas tocaron el grandioso asiento. En ese momento comprendí que muchas de esas comodidades básicas que en mi otro mundo daba por sentado y no valoraba debidamente, representan una cantidad enorme de esfuerzo que la humanidad tuvo que hacer para llegar a completar, lo mío fue simplemente replicar eso. Una pequeña lágrima cayó por uno de mis ojos, en honor a aquellos que se les ocurrió la brillante idea en la que me encontraba sentado.

***

Habiendo pasado unos meses desde que terminé el proyecto del baño, una gran noticia vino de parte de Utter, y es que unos importantes mercaderes de Girelia se encuentran interesados en los dulces de leche, por lo que quieren realizar una reunión con los fabricantes del producto. Obviamente mi corazón salto de alegría en el momento de que supe la noticia, por lo que arregle de inmediato que se realizará la reunión, no en mi casa, sino en una lujosa sala que arrendamos en el gremio de mercaderes del pueblo ("Un poco para aparentar y también para no mostrar tan fácilmente donde hacemos el producto").

Mientras me encontraba comprando algo de ropa formal en una tienda del pueblo ("Algo muy inusual en mi"), con motivo de la importante reunión que se avecina, no pude evitar percatarme de un gran espejo que había dentro del lugar, hecho al parecer de cobre o bronce, finamente pulido, de forma que se podía apreciar claramente el reflejo de uno si se acercaba lo suficiente. Una vez me vi, comprendí dos cosas, la primera, es que a pesar de que estoy por cumplir los 9 años, realmente parece que tengo entre 11 o 12 ("Me estará llegando el famoso estirón"), lo segundo, es que sigo siendo un niño, que no aparenta para nada una persona de negocios, ante mis propios ojos no muy creíble para lo que me dispongo a hacer. Me quede un buen tiempo meditando frente al espejo, tratando de pensar en cómo verme mejor o más creíble, pero seguía sin encontrar la manera de negar ese rostro tan infantil, hasta que el reflejo de alguien se puso justo detrás de mí, con ese rostro serio que inspira tanto respeto, que a veces me hace dudar cuando le pido algún favor, no obstante, la mejor de las respuestas a este momento crítico.

   Ilen, quiero que hagas algo por mí. — Dije con el tono más serio que pude forzar, ante su rostro un tanto incrédulo.

Ese fue el comienzo de una larga charla, que terminaría muy entrada la noche, después de muchas tazas de té y varios dulces, en la que hice todo lo posible por convertir a Ilen en el reflejo de mi modelo de negocios.


Parte 2

Ciudad de Girelia 5539 mes 1 día 2

Es ya el medio día en el congestionado sector comercial de la ciudad. Mientras muchas personas están haciendo las últimas compras en el mercado local, antes de volver a sus hogares para comer, algunas otras comienzan a concurrir los diferentes restaurantes en una calle paralela a dicho mercado, lugares casi de uso exclusivo para vender comidas durante el día a todo aquel que tenga el dinero para pagar. Es la costumbre de una parte muy importante de los aristócratas y mercaderes, el disfrutar de un buen platillo, quizás un poco de vino y reunirse a hacer negocios durante el almuerzo, no siendo la excepción este día en particular.

Un hombre muy bien vestido ingresa solemnemente por la puerta principal del más importante restorán del barrio comercial, "La cocina del duque". Por la calidad y detalles de sus ropas, a los ojos de todos los presentes, claramente es un mercader importante, y para quienes lo reconocen, un asiduo comensal de las mejores mesas de la ciudad. Su nombre es Diriun Kalix, conocido mercader de especias de la ciudad, hombre alto y delgado, que de alguna manera impone su presencia a través de su arreglada barba castaña y mirada sería.

Una vez saludado por el encargado de atender a los clientes, Diriun es guiado por este, previa comprobación de su identidad, a una de las mesas privadas más exclusivas del lugar, ubicada en el segundo piso y lo más alejada de la vista de todos, en una especie de cubículo privado, de uso sólo previa reservación. Dentro de dicha mesa, un hombre lo espera con una botella de vino abierta y comiendo tranquilamente de un plato de guisado.

   Hooo... Saludos Diriun, disculpa mis modales, pero te he estado esperando desde hace mucho y me había entrado hambre. — Se disculpa el alegre hombre, a la vez que limpia su boca con un pañuelo.

   No te preocupes por eso... Mejor aún, ¿cómo está el guisado? — Dice Diriun, una vez sentado frente a su compañero de mesa.

   Excelente, esta vez la carne les ha quedado mucho mejor que otras veces, es tan suave que se deshace sin siquiera usar los dientes.

Ante la positiva critica del hombre, el mercader no duda en ordenar también un plato de guisado y mientras espera, se sirve en una de las copas de cristal verde puestas en la mesa, un poco del vino que se encuentra dispuesto para ellos.

El carismático personaje, es un buen conocido de Diriun, hasta se podría decir que un amigo, un noble local dedicado principalmente a su trabajo ministerial, al cuidado de las rutas comerciales, pero que muchas veces gusta de hacer algunos negocios con sus amigos comerciantes, casi siempre debido a las oportunidades que encuentra durante sus viajes. Theo Grahum es su nombre y a pesar de no aparentar ostentosidad con sus vestimentas, es un hombre de muchas influencias, a tal punto, que logró evitar el tener que ir a la pasada guerra, con el sólo uso de sus amistades en los mandos del ejército.

   ¿A qué se debe esta reunión tan imprevista? ¿Debo suponer otro negocio importante?, aunque déjame refrescar tu memoria acerca de tu anterior idea, que apenas...

   Tranquilo, tranquilo. No es algo como eso, esto en verdad que es serio, bastante serio. — Interrumpe Theo, con una sonrisa en su rostro. — La verdad es que esto también es para de alguna manera pagarte por ese negocio, que no resultó como espere en un principio.

Diriun se relaja ante la afirmación de Theo, dejando que este continúe con lo que tiene que decir, pues pese a que el último de los negocios no fue lo que esperaban, la realidad es que la mayoría de las ideas que trae el Alegre personaje, resultan en un gran éxito.

   Déjame partir por el principio. — Comienza Theo, habiendo ya terminado su plato y con la copa de vino en su mano. — Tu sabes bien que por mi trabajo debo visitar la mayoría de los pueblos que pertenecen a la administración de la ciudad, en busca de irregularidades en las rutas comerciales, y aunque siempre lo hago solo con mi pequeña unidad de guardias, hay veces en que aprovecho de llevar a mi esposa e hijo, cuando tengo que pasar por algunos pueblos pintorescos, también cuando la vista del camino es lo suficientemente hermosa. Eso me recuerda la pasada vez, cuando lleve a ambos de visita al...

   Oye oye, no empieces, vamos al grano que mi tiempo es valioso.

   Tranquilo, ¿Quién no aprecia una buena introducción a la hora de contar una historia?

   Yo, así que no me hagas perder mi tiempo.

   Está bien, entonces que tal un pequeño y dulce aperitivo antes de que comas tu comida. — Indica Theo, poniendo un pequeño saco de tela blanca sobre la mesa.

Diriun toma el saco de tela y lo abre tranquilamente, aunque con una cuota de expectación en su rostro. Una vez descubre el contenido, mira con sorpresa como unos pequeños cubos de color marrón emergen de la blanca tela, al parecer los susodichos aperitivos que Theo habla.

   ¿Qué es esto? — Pregunta el mercader, con uno de los cubos en su mano.

   Podría intentar definírtelo, pero la verdad es que para saberlo bien, simplemente debes probarlo.

Diriun comienza entonces a inspeccionar el pequeño cubo, moviéndolo, girándolo, apretándolo y finalmente oliéndolo.

   ¿Esto se come? — Pregunta, mientras aún mantiene el cubo en su mano.

   Vale una moneda de cobre.

   ¿El saquito?

   Cada uno

   ¿Me estas tomando el pelo?

   Pruébalo de una vez, ¿no que tu tiempo es valioso?

Ante las palabras de Theo, incitándolo a probar el extraño alimento, Diriun decide darle una probada, con una extraña mueca mientras lo pone en su boca.

   ¡Haa!, antes de que me olvide. — Interrumpe Theo, justo en el instante en que el mercader se disponía a morder el objeto en su boca — Es la tradición el no masticarlo, sino dejar que se deshaga lentamente en tu boca, así dura más y se disfruta mejor su sabor.

Haciendo caso de las instrucciones, Diriun comienza a mover el pequeño cubo marrón dentro de su boca. A medida que el sabor empieza a inundar sus sentidos, haciéndolo mostrar una expresión de relajación y placer, mientras del otro lado de la mesa, las carcajadas no dejan de salir de la boca de Theo.

   jajajajaja... El verte de esa manera es algo que no tiene precio. ¿Está bueno?

   Bastante. — Responde el mercader, mientras lucha con el delicioso objeto que se haya ahora pegado entre sus dientes.

   Mi hijo me lo presentó. Lo venden en el pueblo de Sunen.

   ¿El que está al sur?

   Ese mismo. Es un producto bastante novedoso, obviamente, pero lo extraño es que sólo lo venden un día a la semana y en una cantidad bastante limitada, algo así como 2000 o 2500 unidades. La multitud se agolpa en el puesto donde lo venden y ¿me creerías si te digo que se vende todo en una mañana?

   Ahora mismo, habiéndolo probado, se me hace bastante creíble.

   Averigüé desde cuando lo están vendiendo y al parecer desde hace más de medio año, lo que me dejó con la gran pregunta...

   ¿Cómo no se ha sabido nada aquí, en la ciudad? — Interrumpe Diriun.

   Precisamente. Y al final la respuesta es bastante simple, pues es un producto tan cotizado dentro del propio pueblo y se venden tan pocos, que prácticamente no ha salido de allí. Lo mío fue meramente una casualidad.

   ¿Me estás diciendo entonces que planeas que comercialicemos esto?

   La respuesta es tal vez. — Dicho esta vez con un leve tono de seriedad.

   ¿Tal vez?

Ante la mirada seria que comienza a mostrar Diriun, Theo toma uno de los cubos del pequeño saco en la mesa, lo introduce en su boca y se dirige a su contra parte con un tono completamente cambiado, cargado de seriedad;

   Así es mi buen amigo. Esta vez, la cosa es sería, no es como la mayoría de las cosas que hemos hecho hasta ahora, este negocio podría ser nuestra mina de oro. El tema es que logré platicar con quien comercia el producto, quien en realidad es un vendedor de huevos que se encarga solo de vender los así llamados "dulces de leche", por encargo del fabricante, a cambio de una comisión.

   ¿Y quién es el fabricante?

   Según me contó, es una familia noble de bajo rango, con la que ha hecho negocios desde hace muchos años. Pero lo importante, es que una vez le pregunte si existía la posibilidad de hacer negocios con ellos, me dijo que era posible, pero sólo si estaba dispuesto a comprar a gran escala.

   ¿Te dijo cuanto precisamente?

   En realidad ni siquiera él sabe cuánto es exactamente, pero especulo que debe ser más de 10000 unidades. O sea, necesito a alguien que esté dispuesto a arriesgar una buena suma de dinero y a estar seguro de poder vender el producto.

   Entiendo, pero las ganancias también serían enormes de ser todo exitoso. ¿Supongo aún trabajas con tu comisión del 10%?

   Ya me conoces bien. ¿Qué te parece, te unes o no?, porque sabes bien que no eres mi único amigo mercader.

   ¿Por qué el apuro?

   Porque ya agendé una reunión con el fabricante para la próxima semana y debo llevar a alguien si o si, el que pestañea pierde mi buen Diriun. Eres el que más me agrada, pero esta oportunidad no va a esperar a que la pienses mucho.

Con la copa en la mano, el mercader comienza a pensar, mientras da un sorbo de vino de vez en cuando. A menos que hiciesen un acuerdo con el fabricante, respecto al precio de compra, una suma cercana a las 10 monedas de oro es algo que muy pocos están dispuestos a invertir en algo nuevo. Pero el producto es grandioso, aún puede sentir el dulzor dentro de su boca, a tal punto que todo le sabe diferente. Muy dentro de él, sabe bien que tiene que arriesgarse, a pesar de todas sus lógicas aprehensiones, más aun habiendo ya probado el producto mismo.

   ¿Estás seguro que es un producto exclusivo hasta ahora? — Pregunta Diriun a Theo.

   Hasta donde supe hace unos días. Por eso es mi apuro por hacernos de la primicia, no quiero que alguien más se nos adelante.

   Bien, realmente me parece que es una buena oportunidad como tú dices, eso sí, lo que me interesaría es ver si existe la posibilidad de obtener algún precio especial, o mejor aún, la receta.

   Tú eres el comerciante, eso hay que discutirlo directamente en la reunión. Sabes que soy bueno arreglando negocios, pero tú eres el hombre del dinero y quien debe lidiar con el resto.

Al final, entre carcajadas y comiéndose el resto de los dulces de la mesa, los dos hombres acordaron reunirse con los fabricantes del novedoso producto.



Parte 3

Pueblo de Sunen año 5539 mes 1 día 7

Es un poco temprano por la mañana, cuando una carreta es estacionada frente al gremio de mercaderes del pueblo. Con el sol tímidamente iluminando las calles, se puede ver como recién comienza a tomar vida el sector comercial y como los diferentes dueños de negocios se aprestan para un nuevo día. De la carreta bajan dos hombres, vestidos muy elegantemente, quienes luego de observar los alrededores como en busca de algo extraño, se apresuran a entrar en el edificio antes mencionado.

Ya en la recepción, ambos hombres son recibidos por la mujer encargada del lugar, quien les pregunta sus nombres y la razón de su visita.

   Diriun Kalix, mercader de Girelia. — Responde el hombre con las ropas más elegantes de los dos.

   Bienvenido señor Diriun, ¿Está usted afiliado al gremio de Girelia? — Pregunta la recepcionista.

   Por supuesto, desde hace más de 8 años.

   Theo Grahum mi querida dama, oficial de rutas del reino. — Se presenta el segundo hombre, con una gran sonrisa y una reverencia. — Estamos aquí para una reunión agendada.

   Por supuesto señor Theo, lo estábamos esperando. En este preciso momento lo aguardan en la sala de reuniones en el segundo piso, por favor síganme.

Ambos hombres son guiados hasta el segundo piso del gremio, lugar reservado para reuniones comerciales importantes, sólo disponible bajo reservación. Una vez allí, se dirigen hacia la puerta más grande del lugar, indicando de alguna manera el alto nivel de quien la solicitó.

En el momento en que la puerta se abre, lo primero que observan los dos hombres, es una gran mesa ovalada de madera muy fina, con varias sillas de igual calidad a su alrededor, ocupando el centro mismo de la gran habitación, la cual se encuentra adornada con preciosas alfombras y gran cantidad de plantas de interior. Pero lo que los sorprende verdaderamente, es la mujer que se pone de pie al verlos entrar en la sala, la cual, si se tuviera que recurrir a una palabra para describirla, sería "Deslumbrante". Con un traje de color negro y azul, largo de una pieza, propio de una dama noble de ciudad y que se ajusta a su delgada figura, con adornos y encajes tan perfectamente arreglados en un estilo único, sumados a un maquillaje que resalta delicadamente sus ojos verdes y su piel pálida como la leche. El toque final lo da un arreglo con flor azul sobre su cabello trenzado, que hace perfecto juego con el resto del conjunto, ni simple ni exagerado.



El rostro de los invitados reflejan inmediatamente la sorpresa de encontrarse con semejante mujer, aunque mientras Diriun es sobrecogido enormemente por su belleza, Theo se percata inmediatamente de la mirada aguda y abrumadora que emana de tal rostro, por lo que mentalmente se prepara para lo que piensa que será un verdadero combate.

   Bienvenidos sean, por favor adelante. — Dice la mujer, haciendo el gesto de que pasen dentro de la habitación.

Diriun se sacude de sus pensamientos y es el primero en dirigirse hacia la mujer, a la cual saluda de una reverencia y un beso en la mano.

   Un gusto el conocer a tan bella y noble dama, mi nombre es Diriun Kalix, sería un honor el conocer el suyo.

   Ilen Antmad, es un gusto señor Diriun. — Responde la mujer, mientras retira fríamente su mano.

   Lady Ilen, es un honor conocer a tan respetable mujer, debo ser franco al decir que no me esperaba que el fabricante de tales dulces fuese alguien como usted. Aunque pensándolo bien, es entendible que tal belleza pueda ser capaz de crear algo tan delicioso. — El comentario de Theo viene de la mano de una formal reverencia.

   Pfttttt. Jajajajajajaja.

Una extraña y aguda risa estalla en medio del formal saludo. Ambos hombres se percatan entonces de la presencia de alguien más en la sala, un niño de aparentes 12 años, sentado en una de las sillas, con su puño izquierdo sobre la mesa y la otra mano cubriendo su rostro, tratando con todas sus fuerzas de aguantar sus ganas de reír.

Ante la mirada un tanto atónita de los dos hombres y otra cargada de odio por parte de la mujer, el niño se percata de su error y de inmediato compone su actitud, aunque con una sonrisa asomándose de vez en cuando;

   Por favor disculpen mi rudeza, adelante, continúen.

Habiéndose disculpado el niño, ambos hombres vuelven su mirada hacia la mujer, dejando entrever lo extraño de la situación, pero ante la mirada sería e imperturbable que demuestra, ambos deciden olvidar el extraño incidente.

   Por favor ignoren al niño y tomen asiento. — Les indica la mujer a ambos.

Una vez sentados, se percatan de dos grandes bultos puestos sobre la mesa, claramente platillos bien preparados y cada uno cubierto por un elegante pañuelo. "Quizás debe ser algo de comida para amenizar la charla", piensa Theo, quien de inmediato decide iniciar la conversación;

   Lady Ilen, sé que usted ya sabrá bien nuestros intereses respecto al producto que usted fábrica. Mi socio es un importante y respetado comerciante de especias en la ciudad de Girelia, que se encuentra realmente interesado en comercializar con su producto, si usted está de acuerdo claro está.

   Según hemos sabido de los rumores de la gente del pueblo, es un producto muy apetecido y al parecer fácil de vender, por lo que me parece un buen negocio y estoy dispuesto a invertir una fuerte suma de dinero si es necesario. — Agrega Diriun.

Ilen se toma su tiempo, al parecer pensando algo en particular, mientras algunas veces mira de reojo al extraño niño junto a ella, quien se muestra completamente inexpresivo, aunque aún con esa leve sonrisa que se deja ver a ratos, usualmente cuando su mirada se encuentra con uno de los hombres. 
Pasado un tiempo del incómodo silencio, que hizo ponerse un poco nervioso al comerciante, la mujer comienza a hablar;

   Antes que nada debo informarles que la receta del producto no está a la venta, ni planeo que suceda eso al menos por ahora. Lo que les puedo decir, es que mi producto es extremadamente difícil de fabricar, razón por la cual me he mantenido con cantidades mínimas de producción y también explica su elevado valor... Por eso, la razón principal de porque exijo comerciantes con alta capacidad, es que para producir grandes cantidades, debo invertir una fuerte suma en equipamientos necesarios. No quiero hacer esto, si quienes deben vender el producto, no están seguros de que pueden con ello.

Theo siente que las cosas están teniendo un mal comienzo, pero están lejos de ser malas, en su mente inmediatamente piensa una respuesta acorde a la situación, pero es Diriun quien se adelanta a responder;

   Lady Ilen, usted no debe preocuparse por eso, si es su producto, me atrevo a apostar mi reputación de mercader a que puedo vender lo que usted necesite.

   ¿Qué tal 20000 unidades? — Pregunta la mujer, aún con su mirada completamente seria.

   P-por supuesto... Pero sólo para saber, ¿cada cuánto tiempo es que planea tener lista tal cantidad?

   Cada una semana. — Sentencia Ilen.

   Eso es bastante para vender, quizás un poco excesivo. — Murmulla Diriun, de manera que sólo Theo pudiese escuchar.

Ante el pobre actuar de su compañero, Theo decide que debe intervenir antes de que pierdan completamente la credibilidad, especialmente viendo el rostro inmutable de la mujer.

   Realmente creo que es posible el vender la cantidad que usted propone, pero lo encuentro un poco complicado partir de una vez con...

   No hay que preocuparse de ello. — Interrumpe Ilen a Theo. — Eventualmente la idea sería partir con una cantidad cercana a las 10000 unidades, quizás menos. No somos ingenuos respecto a eso, después de todo ya hemos experimentado en el pueblo.

   Me parece bien, introducir el producto de manera progresiva es la forma más eficiente, podría...

   Aquí lo importante es que si llegásemos a confiar en ustedes, el peor escenario posible es que en determinado momento no puedan ser capaces de pagar por uno de los lotes semanales, lo cual nos pondría en un aprieto a nosotros y haría que todo el sistema se derrumbase. Entienda entonces el porqué de mi deseo de hacer negocios sólo con alguien lo suficientemente serio y responsable para lidiar con esto.

Siendo constantemente interrumpido, la confianza del hombre comienza a ser afectada, de alguna manera se siente pasado a llevar y sin control alguno sobre la conversación.

   Con todo respeto Lady Ilen, usted puede confiar en nosotros, basta con revisar los antecedentes de mi socio aquí presente. — Réplica Theo, con claros signos de nerviosismo. Diriun a su lado yace mudo y consternado.

   La confianza es para los niños, las familias y quizás para las parejas. Pero aquí estamos hablando de negocios y soy muy sería al decirles que no correremos el riesgo con ustedes sino es con garantías. — Vuelve a insistir la mujer, con su usual rostro inexpresivo y voz dura.

   ¿Garantías? — Pregunta Diriun.

   Si ustedes desean hacer negocios con nosotros, un contrato debe ser hecho, garantizado a través del gremio de comerciantes como intermediario, en el cual usted o ustedes, se comprometen a la compra regular de nuestro producto por un año, sin importar el estado de las ventas. Además, deberán poner en garantía bienes o propiedades con un valor equivalente al menos a la mitad del valor del contrato, en el caso de que no tuviesen el dinero para pagar o terminase abruptamente el negocio por circunstancias de competencia suya.

Los ojos de Diriun se desorbitan una vez Ilen termina de hablar, incluso con la sensación de no haber entendido claramente todo. Theo por su parte, comienza a ponerse de varios colores, habiendo entendido claramente todo, pero sin saber que hacer o decir en este momento.

   Disculpen caballeros. — Interrumpe el extraño niño, en un momento en donde ambos hombres estaban a punto de ponerse en blanco. — Antes de que decidan algo tan importante como esto, por favor, prueben algo de las especialidades de Lady Ilen.

En ese momento, el niño descubre el contenido de los platos en el centro de la mesa. En uno de los platos hay variados tipos de panes, cortados en forma de pequeños cuadrados, en el otro, varios contenedores de cerámica llenos de lo que parecen ser líquidos cremosos de variados colores.
Antes de que cualquiera preguntara de lo que se trata, el muchacho toma uno de los cuadrados de pan, y con la ayuda de un cuchillo, remueve un poco del contenido de uno de los frascos para luego untarlo en el pan. A continuación, se lleva el pan a la boca y lo come con gran gusto, haciendo exagerados gestos acerca de lo sabroso que es.

Aún un poco aturdidos por las palabras de Ilen, ambos deciden probar la extraña comida que les es ofrecida, imitando exactamente los pasos que acaba de realizar el niño. Al siguiente instante, ambos están completamente sorprendidos y deleitados por el extraño y dulce producto.

   Lo que comen se llama Mermelada. — Les informa la mujer, antes de que alguno pudiera siquiera preguntar. — Como podrán notar, está hecho de frutas, de una manera en que se puede apreciar un sabor increíblemente dulce mezclado con ellas. Realmente un deleite para los sentidos y en gran variedad de sabores.

   Es increíble. — Comenta Theo, con sus manos ocupadas mientras prepara un bocado de diferente sabor.

   Les presento esto, para demostrar que no sólo tenemos el Dulce de leche, sino una gran variedad de otros productos. — Agrega Ilen. — La idea es introducirlos progresivamente. Esa exclusividad también quedaría estipulada en el contrato que llegásemos a firmar.

El sorpresivo nuevo producto entusiasma demasiado a ambos hombres, borrando en parte el desagradable sentimiento que acababan de experimentar hace poco. Theo es quien comienza a analizar detalladamente la situación en su cabeza, mientras aún se encuentra probando los diferentes sabores de mermeladas. La propuesta es extremadamente atractiva, más aún con el nuevo producto presentado, la promesa de otros nuevos y la exclusividad sobre estos. El problema es el famoso contrato que hay que firmar y las brutales garantías, que pese a poder ser cumplibles, representan una parte importante de los bienes de su compañero y posiblemente un poco de los suyos. Aunque lo que más  lo perturba, es la idea misma del contrato, dejándolo con una serie de dudas que necesita preguntar;

   Lady Ilen, este producto es realmente sorprendente... Pero tengo que preguntar acerca del contrato que acaba de sugerir. Nunca he oído acerca de algo parecido, ni menos a un gremio garantizándolo. He oído quizás de acuerdos entre comerciantes y la casa real que poseen características algo similares, pero nunca algo tan específico y tan a largo plazo. ¿Cómo el gremio va a ser capaz de aquello?, si siempre ha actuado como mero mediador.

   Es simple señor Theo, las herramientas existen pero no se usan. Habiendo hablado bien con el gremio de mercaderes, descubrimos que el gobierno real puede garantizar acuerdos particulares entre personas. Es algo bastante utilizado especialmente en temas de herencia y préstamos, y una vez consultamos lo nuestro con el ministerio, no nos presentaron ningún problema, es más, la intermediación del gremio de comerciantes como validador del acuerdo, aumenta el peso del contrato y prácticamente garantiza su aplicación. Lo único que exige el ministerio es un pago administrativo de una moneda de plata y, en el caso de ser necesaria su intervención, el 1% de los bienes que se deban incautar.

Tanto Theo como Diriun, quedaron con la boca abierta ante la explicación de la mujer, que a pesar de portar un gran encanto y belleza, posee una fría mirada a la hora de discutir, dejándolos con una sensación de pequeñez cada vez que les dirige la palabra.

A continuación, un silencio incómodo surge entre los presentes. Habiendo ya probado todos los tipos de mermelada, a ambos hombres no les queda otra cosa que decir y preguntar, ni tampoco tienen el valor para buscar un mejor trato, ante la mirada de la mujer que en ningún momento se ha apartado, como en todo momento diciendo "¿Que decidieron?".

   Nos puede disculpar un momento. — Rompe el silencio Diriun, poniéndose de pie. — Necesito hablar unas palabras con mi socio.

   Por favor, discutan todo lo que necesiten, pero les informo que sólo tenemos este cuarto hasta el mediodía, procuren no tardar demasiado. — Indica Ilen.

   No se preocupe, sólo estaremos afuera de la habitación por un momento.

Luego de que ambos hombres abandonan la habitación, el silencio se apodera de esta. Los únicos sonidos que se pueden escuchar, es la del niño comiéndose los resto de la mermelada  utilizando sus manos, mientras porta una mirada reflexiva, y la de los dedos de Ilen repicando sobre la mesa, en un claro gesto de impaciencia. Las miradas de ambos se encuentran y el niño responde con una traviesa sonrisa y un guiño con uno de sus ojos, causando que la mujer entrecierre los suyos y murmulle quejas para sí misma, para luego distraer su atención  con un pequeño libro que portaba entre sus ropas.

Una vez ambos hombres vuelven a la habitación y se sientan a la mesa, se puede ver claramente la resolución en cada una de sus miradas.

   Lady Ilen. — Comienza Theo. — Después de analizar su propuesta, hemos decidido aceptar las condiciones para negociar con usted. Pero nos gustaría solicitar al menos una cosa.

   Que el traslado de la mercancía a Girelia fuese responsabilidad suya. — Agrega Diriun. — Queremos que al menos se nos quite esa responsabilidad del contrato.

Ilen se mantiene en silencio por unos segundos, luego mira en dirección al niño, quien sutilmente le hace una señal guiñando un ojo.

   Me parece bien. — Responde Ilen. — ¿Les parece entonces si redactamos el contrato?

Luego de que ambas partes aceptan las condiciones, utilizan el resto de la mañana en la redacción del contrato, utilizando de base un borrador que Ilen ya traía consigo. Al terminar, y ya con el sol de mediodía, los hombres respetuosamente se despiden de ella y se retiran de la habitación para emprender su rumbo a Girelia.

   Al parecer todo salió bien. — Dice el niño, una vez los dos hombres ya se han ido.

   Fue un poco difícil mantener este extraño personaje que me hiciste hacer. Pero en verdad sentí que los tuve bajo mi control todo el tiempo. — Comenta Ilen.

   A mí me pareció bastante natural, creo que ni siquiera te esforzaste.

   Gracioso... Ahora que recuerdo, que fue esa risa cuando nos estábamos presentando, ¿era necesario que te rieras de esa forma?

   Lo siento, es que no pude aguantarme al ver esa escena tan melosa... Lady Ilen. — Una gran y pícara sonrisa se dibuja en el rostro del muchacho al decir la última sentencia.

   ¿Estás jugando conmigo?, vámonos de una vez, que Mirina y Eli deben estar esperándonos. — Dice Ilen con un rostro sumamente enojado y avergonzado.

   Si madame, este esclavo suyo esta para servirle, por favor no me golpee con el látigo. Este esclavo no soportaría otra noche de agonía en la celda. — Se queja satíricamente el niño, mientras se arrodilla frente a Ilen.

La mujer toma una jarra de agua que está dispuesta junto a la mesa y la vacía sobre la cabeza del niño, luego se retira de la habitación ofuscada.

   Creó que me excedí. — Murmulla el niño para sí mismo, mientras yace en medio de un charco de agua.

***

Mientras tanto, unos minutos después, dentro del carruaje que transporta a Theo y Diriun, un silencio sepulcral se siente desde que se sentaron ambos. Uno sentado frente al otro, tratan de procesar lo que ocurrió hace poco, con sentimientos muy confusos dentro de sus cabezas. Cuando pareciese que se la pasarán el resto del camino de esta forma, Theo es el primero en abrir la boca;

   Sabes, después de muchos años de hacer esto... De haber lidiado con tantos y todo tipo de individuos... Siento un extraño sentimiento esta vez... Algo, no se... Muy difícil de describir... Como si me hubieran violado.

   Creo que exageras. — Replica Diriun. — Es verdad que me sentí un poco intimidado, ¿pero no logramos acaso lo que vinimos a hacer?

   Sí, pero el tema es que arriesgamos más que nunca, casi todo lo que tenemos. Incluso he tenido que poner parte de mis bienes también.

   Por cierto, ahora que recuerdo, ¿quién era ese niño?

   No lo sé, su ayudante, hermano, hijo, ¿a quién le importa?

   Espero que no sea su hijo...

   ¿Estas demente?, no arruines esto metiéndote con esa mujer, ¿acaso planeas acabar este negocio antes de que siquiera comience y dejarnos en la bancarrota? Además, no sé qué le ves, estar con ella es equivalente a querer ser castrado.

   Lo sé, lo sé, no lo voy a hacer. Pero imagínate que pareja formaríamos, seríamos unos comerciantes imparables.

   ¿Y tu esposa que diría de todo eso, serias capaz de abandonarla?

   Podría hacerla mi segunda esposa.

   No le veo cara de querer ser segunda en nada. Posiblemente tu termines convirtiéndote en su segundo esposo, o quizás esclavo mejor dicho.

Poco a poco el ambiente comienza a animarse y ambos hombres continúan charlando, mientras el carruaje continúa su camino. Quizás no lo pareciera, pero es el comienzo de una gran e increíble aventura comercial para los dos.



Parte 4

Camino principal entre Girelia y Sunen año 5539 mes 2 día 15

Es un precioso y soleado día, mientras nos encontramos en la carretera camino a Sunen. Nuestro carruaje se estremece por la usual irregularidad del camino, pero el panorama es tan refrescante, que disfruto bastante con la cambiante vista a medida que avanzamos, especialmente cuando pasamos cerca de algún arrollo o los poco comunes campos de flores ("Suena afeminado, pero con lo poco que tengo para distraerme, todo es bien recibido").

Desde la reunión con los mercaderes, el pasado mes, las cosas han avanzado progresivamente. Después de hacer oficial el contrato, entregamos una nada despreciable producción de 10000 unidades de caramelos ("al precio usual de 1 moneda de cobre por cada uno"), la cual, como era de esperarse, se vendió en un sólo día, atrayendo la atención de muchos en la ciudad, especialmente las mujeres y los niños. Por supuesto, por ser la primera venta, participamos activamente en la propaganda y supervisamos durante la mañana que todo marchara de manera correcta, especialmente la manipulación del producto ("Después de todo, el caramelo debe ser mantenido en lugares frescos, evitando el sol y la humedad"), pues quería asegurarme que la primera venta estuviese exenta de cualquier problema y quejas de los clientes.

Después de la primera venta, comenzamos a entregar la cuota regular de caramelos, 20000 unidades, para lo cual ni siquiera hubo que esperar por más de un día para que se vendieran todos. El prestigio de Diriun como comerciante, sumado a su enorme tienda, ubicada en el área comercial más próspera de la ciudad (la cual lejos de ser un puestito en una feria, es el primer piso de su hogar y un reconocido lugar de compra de artículos para cocina, además de gran variedad de especias), atraen personas con un buen poder adquisitivo, las cuales usualmente compran de 10 a 20 unidades por vez, aunque hay algunas que compran hasta 100.

Inicialmente, Diriun partió cobrando 1.5 monedas de cobre por unidad (o sea 2 por 3 monedas), pero habiéndole ido tan bien en el primer día, inmediatamente subió el precio a 2 monedas por unidad la semana siguiente, sin afectar casi en nada la velocidad con que se han vendido hasta ahora. Sin duda es un negocio lucrativo, tentándome bastante a la posibilidad de  aumentar más la cuota o expandirse a otras ciudades, aunque el punto limitante es la producción de azúcar ("Estoy en el límite de mi capacidad productiva"). Pese a que el trabajo de procesar la caña lo he delegado a Albert, este ya se encuentra bastante sobre exigido, por lo que la expansión de nuestra capacidad industrial es clave a la hora de pensar en producir más azúcar ("Me siento como todo un empresario"). Pero el tema de fondo para mí, al pensar en la contratación de personas, es la confianza, por lo que decido que aún no es tiempo para dar el gran paso. Después de todo, nuestras ganancias superan con creces la de cualquier comerciante en el pueblo y quizás la ciudad (cerca de 80 monedas de oro al mes), aunque claro, Albert también recibe su merecida recompensa por su esfuerzo (actualmente le doy 6 monedas de oro al mes. Lo que ganaría una trabajador común en un año), ya que aparte de la producción de azúcar, también ayuda con las entregas a la ciudad.

Ahora mismo, venimos de vuelta de haber entregado la producción de la semana, trabajo que hacemos turnándonos con Albert, ya que me gusta ir a la ciudad a hacer las compras ("En parte me entretengo también"), debido a que hay muchas más cosas y variedad de productos que en nuestro pueblo, destacándose los insumos que utilizamos para la producción de azúcar. Algunas veces traemos a Mirina con nosotros, pero lo usual es que sólo seamos Ilen y yo, lo que se da para el caso actual, pues a pesar de que la carga es de 20000 caramelos, el tamaño es tal, que es innecesario la ayuda de más personas.

Nuestra relación ha mejorado incluso más, con estos periódicos viajes que realizamos sólo los dos. Mientras Ilen se encarga de las riendas de la carreta, yo me quedó a su lado y conversamos de todo tipos de temas, aunque al final, si la dejó guiar la conversación, siempre terminamos por hablar de mi hermana Eli ("Por dios que ama a esa niña"), la cual ya tiene 3 años y está demostrando ser bastante enérgica, atrayendo mucho la atención de su madre substituta ("Cuando aprenda a hablar y tenga algo de conciencia, planeo que Ilen se haga pasar por su madre real, al menos hasta que llegue a una edad en donde podamos contarle la verdad").

Mientras aún me encuentro perdido entre pensamientos idílicos, algo extraño me saca de mi estado, una vez salimos de una curva. A lo lejos, a unos 200 metros frente a nosotros, comienzo a divisar movimientos poco usuales, lo que parece ser una carreta y algunos jinetes a su alrededor ("¿Quizás una patrulla del reino?"). A medida que nos acercamos, comienzo a ver con más claridad, los jinetes parecieran estar bajando a las personas de la carreta, indiscutiblemente en contra de su voluntad, pues el forcejeo es evidente.

Rápidamente tomo una de las manos de Ilen, quien por supuesto ha estado al tanto de todo, aunque en silencio, progresivamente bajando la velocidad del caballo.

Es en el momento en que escuchamos el aterrador grito de una mujer, cuando comprendo que la situación es mala, pues claramente los jinetes no son guardias del reino, sino posiblemente bandidos.
Ilen inmediatamente detiene la carreta, su mano aprieta fuertemente la mía. Una sensación indescriptible recorre mi cuerpo, además siento un nudo en mi estómago y el corazón pareciese que se fuera a salir por mi boca. Realmente algo que nunca pensé ver, está pasando frente a mis ojos, y toda la experiencia de mi vida pasada no sirve de nada en una situación como esta.

   ¿Qué hacemos? — Le preguntó a Ilen, en un tono casi inaudible.

   Lo único que podemos hacer es volver por dónde venimos. Si tenemos suerte no nos notarán.

La mano de Ilen que me sostiene, tiembla y suda profusamente, mientras con la otra, lentamente guía al caballo para que dé la vuelta dentro del camino. Por mi parte, no puedo evitar sentir mis cabellos ponerse de punta, cada vez que oigo los gritos de la mujer que forcejea con los bandidos.

   ¿Qué pasará con ellos? — Término preguntando, con un gran miedo reflejado en mis palabras ("Aunque no soy un ingenuo respecto a lo que les podría pasar, tengo que preguntar").

   Los robaran y probablemente... A la mujer la violaran. — Sentencia Ilen, con una mirada abrumada y con un miedo que se traspasa a mí a través de su mano.

Respondo sujetando fuertemente su mano, haciendo que de alguna manera se tranquilice. Lentamente entonces, la carreta gira para ponerse en dirección a Girelia, tratando de hacer el menor ruido, llegando a ser traumático cada vez que las ruedas arrastran alguna piedra, haciendo un detestable y agudo sonido. Mientras tanto, aun sujetando a Ilen, me mantengo sin perder de vista a los bandidos.

Cuando ya estamos poniéndonos en marcha, lentamente para no llamar la atención, lo peor que pudiese suceder, sucede. Uno de los bandidos, que aún se encontraba sobre su caballo, nos divisa, haciendo que inmediatamente el resto ponga su foco sobre nosotros. A una distancia de casi 150 metros, dos de los bandidos parten a todo galope a nuestro encuentro.

Lo que sucede a continuación puedo describirlo como un estado casi de shock. Mientras Ilen agarra firmemente las riendas y se prepara para hacer que el caballo tire con todo, mi mente parece trabajar a mil por hora. Pareciese que me fuera a dar una ataque por el miedo, siento la sensación de que todo está pasando en cámara lenta. Analizo rápidamente nuestro predicamento, y es que es claro que no tenemos manera de huir de ellos, pues nuestro único caballo tirando de esta carreta (con nosotros y la carga incluida), está lejos de ser un rival para los jinetes.

En un desesperado intento por encontrar una salida, comienzo a mirar a mi alrededor, mi estómago se revuelve pensando en lo que le podría pasar a Ilen si nos atrapan. A nuestra izquierda se encuentra un pequeño cerro, que rodeamos hace poco, y a nuestra derecha una empinada bajada que se encuentra directamente con un área boscosa.

No tengo tiempo para dudar, instintivamente jaló fuertemente la mano de Ilen, quien gira hacia mí su perturbado rostro. Su mano sigue temblando, pero encuentro la forma de que me preste total atención.

   ¡Bajémonos de la carreta!... Allí. — Le grito, para después apuntar, hacia los arbustos al pie de la bajada.

Creo que mis ojos logran de alguna manera transmitir mis pensamientos y ella, aun temblando, luego de mirar una vez más hacia nuestras espaldas, asiente y rápidamente se baja de la carreta junto a mí. A continuación, descendemos tambaleantemente por la empinada pendiente, totalmente irregular y llena de rocas sueltas. Ilen súbitamente tropieza con una de dichas rocas, la cual se deprende, causando que tanto ella como yo, que me encuentro aún sujetado de su mano, caigamos precipitadamente, rodando e impactando el suelo. El mundo literalmente gira a mí alrededor y por poco mi cabeza impacta una de las tantas rocas que sobresalen del suelo.

Con mi boca llena de tierra y mi cuerpo adolorido, por haber golpeado todo tipo de obstáculos, rápidamente me pongo de pie y tiro del brazo de Ilen para que se levante. No tengo tiempo para preguntarle cómo se encuentra, pero noto sus piernas lastimadas y algo de sangre corre por su nariz y frente. Tiro de ella con todas mis fuerzas y prácticamente la obligo a correr junto a mí, aunque un poco tambaleante, sus piernas se mueven y se apega a mí jadeando.

   Vamos Ilen... Vamos... Lo podemos lograr. — le digo jadeando por el cansancio. — Si llegamos podremos escondernos.

En un intento por saber qué es lo que pasa a nuestras espaldas, volteo por un segundo a ver qué sucede, pero no veo a nadie persiguiéndonos, lo único que logro ver es a los caballos junto a nuestra carreta, pero ni rastro de los bandidos (quizás debido al complicado ángulo desde donde los intento ver). Lejos de sentirme aliviado, me apresuro a llegar a los arbustos y presiono mucho más a la cansada Ilen. Cuando logramos llegar, rápidamente nos internamos dentro de la vegetación, continuando nuestra alocada carrera, tropezando con ramas, rasgando nuestras ropas y al final, terminamos por arrojarnos bajo un tupido matorral, ya que comienzo a notar que las piernas de Ilen ya no pueden más.

Escondidos bajo el arbusto, me abrazo fuertemente de Ilen, la cual responde recíprocamente, sujetando con sus manos mi cabeza en su pecho. Mi corazón no deja de latir con fuerza, así como puedo sentir el de ella a través de sus ropas y también su cuerpo temblando descontroladamente. Nuestras bocas no dicen una palabra, ni siquiera de aliento ni consuelo, simplemente nos apoyamos con nuestros cuerpos y tratamos de no emitir ningún sonido. Una angustia increíble me revuelve el estómago por la posibilidad de que nos atrapen, sintiendo que en cualquier momento pudiese vomitar.

Levemente alzo mi mirada y me encuentro con el rostro de Ilen, cuyos ojos están cerrados y fuertemente apretados, además de notar una enorme mancha de sangre en su frente y otra más pequeña en su nariz. Hago lo posible por calmarla, levantando una de mis manos para ponerme a acariciar suavemente su cabello y con la otra la abrazo con mucho más fuerza que antes.

Pasan lentamente los segundos, con la gran incertidumbre fundida en mi mente, luego poco a poco los minutos, mientras comienzo a calmarme y noto que Ilen también lo hace ("Su corazón me lo dice"). Pese a eso, no me despego, sin confiarme de nada, me mantengo firmemente abrazado a ella, quien no parece también querer separarse. Pasa tanto tiempo, que por el sudor, se llega a poner húmeda el área donde nos encontramos unidos, y el sueño pareciera querer apoderarse de mí.

El silencio se mantiene, pero el sentimiento de seguridad entre ambos nos termina tranquilizando. Entonces, habiendo pasado un tiempo considerable, decido que es hora de levantarme y constatar la situación a nuestro alrededor, pese a que Ilen pareciera no querer dejarme ir. Me cuesta bastante sacarla desde nuestro escondite y noto que aún está bastante afectada. Una vez de pie y fuera del matorral, lo primero que me preocupa son las heridas del cuerpo de ella, quien se encuentra ahora sentada y con su vista perdida a lo lejos. Primero, con mi pañuelo y un poco de saliva, limpio las manchas de sangre de su rostro, increíblemente, con una mirada tan extraña por parte de ella, una mezcla de miedo y ternura, que me golpean fuertemente en mi pecho, como nunca antes.

Poniéndome a pensar seriamente, aparte de la vez cuando murieron mis padres, Ilen nunca ha mostrado un rostro tan vulnerable como el de ahora. Lejos de ser la dura y confiable mujer de siempre, con su desplante de madre y controladora en el hogar, ahora yace sentada en el suelo, desmoronada y con su mirada pérdida mientras limpio su ensangrentado rostro. Parte de mi siente el instinto de todo hombre de proteger a una mujer, pero otra parte importante tiene miedo, ese miedo que causa ver a alguien tan fuerte de pronto caer de su pedestal.

Comienzo a mira detenidamente el rostro de Ilen, de alguna manera tratando de conseguir su mirada, pero a pesar de lograrlo, no consigo sentir que realmente percibe lo que está sucediendo ("¿Estará en una especie de shock?"). Entonces hago lo primero que se me viene a mi mente, que pudiese sorprenderla o quizás hacerla enfadar, y le doy un enorme beso, sujetando fuertemente su cabeza para que no pueda escapar (“Debo admitir que desde hace tiempo que he querido hacerlo”). Sin escatimar en recursos, incluso introduzco mi lengua en su boca, con tal de que sienta un mayor impacto. El resultado es el esperado, pues a los pocos segundos, salta como un resorte desde mis brazos, con un rostro de sorpresa y disgusto.

   ¿Q-Que paso, por que estabas haciendo eso?... La carreta... ¿Dónde...? — se queja erráticamente, mientras mira a su alrededor.

   ¡Ilen, reacciona!, ¿Sabes lo que sucedió, no es así? — Le digo, sujetándola de sus hombros.

   Por supuesto, pero ¿cuánto tiempo ha pasado desde que estamos aquí?, recuerdo todo, pero perdí la noción del tiempo desde que nos ocultamos en el arbusto... ¿Por qué lo del beso?

   Para despertarte bella durmiente, estabas como en trance, una especie de bloqueo mental o un ataque de pánico. Era lo único que se me vino a la mente, aparte de darte una buena cachetada, pero como ya estás muy lastimada... Déjame ver tus piernas ahora, creo que durante la caída te lastimaste también.

Ilen, aún sentada en el suelo, levanta la falda de su vestido, con un poco de preocupación en su rostro, pues al parecer no se había percatado de lo lastimada que está. Con sus piernas descubiertas, puedo ver claramente incontables raspones y una que otra herida cortante, en general nada importante, a excepción de un corte bastante profundo en el muslo de su pierna izquierda. El sangrado ya se ha detenido, por lo que decido no hacer nada invasivo, más que cubrirla con un pequeño trozo de mi ropa (La más limpia que pude rasgar), a modo se venda. Su rostro se haya completamente sereno, aunque por momentos puedo notar aparecer un poco de vergüenza, en especial cuando nuestras miradas se encuentran.

   Estamos a salvo Ilen. No creo que nos estén buscando. — Digo, para romper el silencio, que a pesar de no ser incómodo, se estaba volviendo eterno.

   Lo sé. Eres muy valiente.

De pronto, noto que los ojos se Ilen se quedan pegados en mí, mientras me deja limpiar las sangre de sus piernas. Aunque trato de no distraerme por eso, no puedo evitar mirar de reojo de vez en cuando, para encontrarme con un rostro completamente sereno, pero no con la fría y usual mirada que siempre tiene, sino la de alguien observando algo asombroso. Un poco perturbado, trato de que no me afecte la extraña sensación de su mirada y termino de limpiar la sangre.

   Quiero que te quedes aquí por un momento. Voy a ver lo que sucede en el camino. — Le digo a Ilen, poniéndome de pie y mirando hacia donde se supone esta la carreta.

   Por favor ten cuidado.

Haciendo el menor ruido posible, me escabullo por entre los arbustos hasta encontrarme con la pendiente que da hacia el camino. Me quedó por unos momentos observando a mí alrededor, con sólo una pequeña parte de mi cabeza asomada. Y para cuando me convenzo de que no hay peligro, decido subir para poder constatar la situación de nuestra carreta.

Al llegar arriba, noto inmediatamente que nuestra carreta ha sido apartada fuera del camino, el caballo no está y aparentemente se han robado todo lo de valor que transportábamos. A mi izquierda hay un grupo de personas reunidas, en el exacto punto donde estaba la carreta que fue abordada por los bandidos. Diviso al menos dos carretas, aparte de la que pertenecía a las víctimas. Esta carretera es bastante transitada, así que deben ser personas que se encontraron con la compleja escena y se detuvieron a ayudar.

Decido correr el riesgo y me acercó lentamente hacia las personas, preparado en todo momento para correr si llego a notar cualquier cosa extraña. Cuando me acerco lo suficientemente cerca, escucho claramente el lamento de una mujer, y varias otras tratando de consolarla. Una vez ya allí, me percato de la trágica escena, pues un hombre yace tendido boca abajo junto a la carreta atacada, a su lado una mujer de rodillas, con sus ropas rasgadas, llora sin consuelo, mientras otras dos mujeres la tiene cubierta con un pequeño manto y la abrazan por la espalda, tratando sin éxito de apaciguar su pena. No tengo que adivinar nada, así que me limito a solicitar ayuda de las personas de una de las carretas detenidas.

Con la ayuda de un amable hombre, que accedió a prestarme su ayuda luego de haberle contado mi situación, volvimos donde se encontraba Ilen y tambaleantemente la trajimos de vuelta al camino. Una vez allí, buscamos las pocas pertenencias que quedaban en la carreta y nos subimos en la parte trasera de la del amable hombre, que además viaja con su esposa e hijo.


El rostro de Ilen se tornó rápidamente melancólico, una vez pasamos junto a las víctimas de los bandidos. Así que opté por abrazarla y recorrer todo el camino hacia Sunen de esta forma, en silencio y con la sensación de haber superado una de las cosas más terribles que he experimentado en mi vida.

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Sinopsis

Un hombre aparentemente común, cuya vida gira en torno al trabajo y pasatiempos, súbitamente pierde la vida en un trágico accidente. Pero lo que debiera ser el final de una simple historia, se transforma en el comienzo de una gran odisea en un mundo completamente diferente.
Cargado de conflicto, guerras y oportunidades, este nuevo mundo abre los ojos de nuestro protagonista para intentar ser algo que nunca pudo y encontrar quizás respuestas a preguntas que nunca hizo.
¿Qué le deparará?, armado solo con sus manos y la lógica que todos a veces creemos tener.
Ambientada en la era medieval, esta novela nos propone una visión diferente de como un protagonista afronta la realidad de esta peculiar situación, sumergiéndonos en la lógica y la estrategia, así como plasmando muy detalladamente el cómo se desarrollan las batallas en dicha época.




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